Revista de Premsa
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Cerca de medio millón de escolares valencianos han realizado este curso unas 200 comidas -es decir, la tercera parte de sus necesidades energéticas- en sus respectivos colegios. Pero no todos los alumnos de centros públicos o concertados tienen garantizado este servicio, sobre todo, en zonas rurales o nuevas urbanizaciones. Por otra parte, según los estudios de los ministerios de Sanidad y Educación, la obesidad en los adolescentes de 18 años afecta ya al 18% de la población española y aumenta al 24% entre los niños de 2 a 7 años. Ante este escenario, la federación de padres FAPA ha presentado a la consejería un plan de trabajo para ampliar el servicio, redistribuir las becas y mejorar la nutrición. La Dirección General de Enseñanza de Educación publicó el viernes la resolución que regula el horario del comedor escolar en los centros públicos y concertados, entendido éste como "servicio complementario" -que no "básico", como reclama la federación de padres desde hace 2 años- y, por tanto, reducido a los meses de octubre a mayo. La protesta de los padres no se hizo esperar. "No nos parece lógico que llegue el 31 de mayo y nuestros hijos no se puedan quedar en el comedor del centro cuando todavía faltan tres semanas de clase. Esto sólo perjudica a las familias", denunció Josefa Sánchez, presidenta de la Confederación Gonzalo Anaya [que agrupa a las tres FAPA provinciales].
De hecho, el problema viene de lejos. La FAPA de Valencia lleva casi dos años negociando con la Consejería de Educación un proyecto de comedor escolar que amplíe el servicio "obligatorio" a todos los centros públicos y concertados; garantice la prestación en los niveles no obligatorios (Infantil y Bachilleratos); redistribuya el modelo de financiación de la beca de comedor para extender la gratuidad al mayor número de familias, mejore la nutrición e implante la educación en salud en las escuelas. Objetivos que caminan en el mismo sentido que el convenio marco firmado por los ministerios de Sanidad y Educación para combatir la obesidad, el sendentarismo e inculcar la higiene y salud desde las escuelas.
El proyecto de comedores de FAPA-Valencia "trabaja para que todos los centros que soliciten comedor escolar lo tengan y no se les exija un mínimo de 50 comensales para poder abrirlo". El objetivo es que "el comedor no sea concebido como una actividad complementaria, sino básica". Esto significa contar con los monitores profesionales y los servicios de catering, o de comedor interno adecuados e inspeccionados, para garantizar una nutrición rica en frutas y verduras y evitar el abuso de precocinados.
De entrada, el proyecto plantea un plan de formación para "convertir a los monitores en educadores" con cursos de reciclaje en alimentación, higiene y convivencia, sin que sea necesario cursar ciclos formativos. En segundo lugar, FAPA considera urgente rebajar el actual IVA del 16% para los monitores de Primaria e igualarlo en todos los niveles al 7%. En el eje central, la federación reclama una redistribución a fondo del actual sistema de financiación de comedor para que cubra el 100% del coste real. Ahora la consejería fija un precio de beca que no coincide con el máximo que se cobra en el comedor por día (3,76 euros): la beca cubre sólo 3,38 euros.
La federación propone que Educación asuma tres cuartas partes y los padres sólo una parte del coste total, incluidos el pago de ciudadores y los pluses del director y encargado. Se trata de que no sólo haya un modelo de beca de comedor, sino que haya tramos distintos en función de las necesidades económicas del niño: en los casos más extremos que se cubra el 100% del coste, en otros el 75% y en otros el 50%, en función de la renta familiar.
Camps y el proyecto Dicta | ||||
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