Política Educativa i Renovació Pedagògica

 

Debat: Educació per a la Ciutadania

Anar a La via valenciana o les ocurrències del conseller


BORRADOR OBJETIVOS Y CONTENIDOS EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA (primaria)

RD enseñanzas mínimas de Educación Primaria:

RD ENSEÑANZAS MÍNIMAS DE ESO:

 


        2006-11-19 Educació per a la ciutadania i formació del professorat Albert Sansano (membre del SN STPV-Iv)
        2006-10-31 Educar sobre lo real
        2006-10-30 Educación para la ciudadanía incluirá la crítica a los "prejuicios homófobos"
        2006-10-30 El tema más polémico, junto a la alternativa a la religión
        2006-09-21 Ciutadans integrats, ciutadans desintegrats. Joan Pau Cimarro (membre del SN STPV-Iv)

2006-09-18 Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos  Luis María Cifuentes Pérez

2006-09-18 La educación para la ciudadanía  Gregorio Peces-Barba Martínez 

2006-08-16 TRIBUNA: FRANCISCO J. LAPORTA   La ironía de la educación ciudadana

2006-08-12 TRIBUNA: FERNANDO SAVATER:   En defensa propia

2006-07-23 ANÁLISIS - Javier Pradera  Valores en conflicto

2006-07-22 PEDRO UGARTE   Asignaturas pendientes

2006-07-18 Educación para la Ciudadanía abre la puerta al "adoctrinamiento", según la Iglesia y el PP. Cañizares apoya el llamamiento a los padres de alumnos a la objeción de conciencia

2006-07-15 El Foro de la Familia llama a los padres a boicotear la asignatura de Educación para la Ciudadanía

2006-07-14 La polémica de la transmisión de valores

2006-07-14 Los escolares aprenderán los distintos tipos de familia en una nueva asignatura. La patronal CECE advierte de que editará sus propios libros de texto al margen de la LOE

2006-07-14 Un pacto de convivencia basado en el respeto

2006-07-06 Sociedad Española de Pedagogía  ANTE LA ASIGNATURA DE EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA

2006-06-25 TRIBUNA: ¿CÓMO PUEDE CONTRIBUIR LA ESCUELA A FOMENTAR LA DEMOCRACIA? JOSEP MARIA PUIG ROVIRA

2006-06-20 TRIBUNA: ADELA CORTINA: Educar en una ciudadanía justa

2006-06-11 El cardenal Cañizares dice que la asignatura Educación para la Ciudadanía ataca a la familia

2006-06-07 La asignatura de ciudadanía será evaluable y tendrá el mismo peso que las otras materias
La disciplina incluye contenidos de ética, igualdad, valores constitucionales y educación vial

2006-06-06 Educación para la Ciudadanía. Sobre el currículum

2006-03-23 El Senado aprueba que la asignatura de religión sea evaluable

2005-11-14  Intermón hace una propuesta de contenidos sobre Educación para la Ciudadanía

 

 

  • Seminario:  La ciudadanía a través de la educación" :   Antonio Bolívar  (PDF)    ;    Oliver Wagner, "La Ciudadanía a través de la educación no formal"    (PDF)   Hans-Georg Waßmuth, "Educación Cívica en Alemania"    (PDF)   Tapio Säävälä, "Educación y Formación 2010"   (PDF)  "Aprender y vivir la democracia"    Abelardo de la Rosa (PDF)   
 


 

Educar sobre lo real

 

 EL PAÍS  -  Opinión - 31-10-2006

 

El Gobierno ha incluido la enseñanza de distintas formas de familia dentro de la nueva y controvertida asignatura de Educación para la Ciudadanía. Aunque al final ha cedido a las presiones de la Iglesia católica y sus colectivos educativos afines al suavizar el texto definitivo, sustituyendo la referencia a los "tipos de familia" por "la familia en la Constitución española", sigue incluyendo la enseñanza de que existen los núcleos familiares formados por matrimonios homosexuales, por un solo cónyuge o por parejas de hecho. Ni más ni menos es la realidad sancionada por la ley.

Por muchas quejas que suscite el texto por parte de los colectivos más conservadores, no sería razonable evitar que los adolescentes sepan que existe en nuestra sociedad una diversidad de opciones: el conocimiento es condición para la tolerancia y el respeto. Los padres de ideologías conservadoras son muy libres de enseñar a sus hijos que la homosexualidad es una "perversión" o una enfermedad, y que no hay más familia que la heterosexual; pero deben ser igualmente conscientes de que la escuela tiene obligación de informar de que se trata de una opción perfectamente legal asumida por muchos, con la que deben acostumbrarse a convivir quienes no la aceptan. La educación es la mejor medida de prevención contra la violencia o la discriminación. No es admisible ocultar por razones ideológicas o religiosas situaciones reguladas por ley al amparo de la Constitución, como los matrimonios gays. La legislación debe ponerse por delante de esto.

La inclusión en esta asignatura de referencias a la necesidad de que los alumnos aprendan a respetar la libertad de opción sexual es una de las aportaciones más novedosas. El combate a los prejuicios y las actitudes tanto homófobas como sexistas o racistas debe hacerse desde la escuela. El hecho de que se imparta como una asignatura concreta y no dentro de otras materias, como historia o filosofía (como ocurre ahora con la enseñanza de otros valores, como educación para la paz o medioambiental), aporta una mayor garantía de que se va a dedicar un tiempo específico a tratar estas cuestiones. La defensa de un modelo determinado de familia, como hace la Iglesia católica o los centros concertados religiosos, no puede privar a ningún alumno del conocimiento de las realidades sociales diversas que existen, de su libertad para elegir la que prefiera y del respeto a los que escojan otras distintas.

 

 


 

Educación para la ciudadanía incluirá la crítica a los "prejuicios homófobos"
El Gobierno suaviza el decreto, pero mantiene la enseñanza de las familias gays y monoparentales

 

 

SUSANA PÉREZ DE PABLOS  -  Madrid

 

EL PAÍS  -  Sociedad - 30-10-2006                                                                                   

 

 

La crítica a los prejuicios "homófobos y sexistas" y el rechazo a la discriminación "por razón de la orientación afectivo-sexual" forman parte de los contenidos de la nueva asignatura de educación para la ciudadanía. Tras la polémica creada por las organizaciones educativas católicas y conservadoras por la inclusión del estudio de los "tipos de familia" en los primeros borradores de los reales decretos sobre esta materia, finalmente, en el definitivo el Ejecutivo ha optado por una fórmula suavizada: el estudio de "la familia en el marco de la Constitución española". A pesar del cambio, esta nueva redacción seguiría incluyendo la enseñanza de que existen las familias formadas por matrimonios gays, monoparentales o por parejas de hecho.

Una vez oídas las opiniones de los expertos, se ve la relevancia que tenía que el Gobierno decidiera llamar a estas uniones exactamente igual que a las heterosexuales, matrimonios, para garantizar su igualdad de derechos, en este caso, a la hora de asegurar su enseñanza en el ámbito escolar. A esa igual denominación se opusieron el PP y la Iglesia frontalmente.

"No hay ninguna duda, los matrimonios homosexuales existen y son constitucionales, por lo que se incluyen en esas enseñanzas", explica el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Madrid, Juan José Solozábal.

En la definición "la familia en el marco de la Constitución española" se deben incluir "todas las posibilidades que son lícitas constitucionalmente".

Esta nueva asignatura se incluyó en la Ley Orgánica de Educación (LOE), es obligatoria y evaluable como la lengua o las matemáticas, fue aprobada el pasado abril y empezará a entrar en vigor el próximo curso. Sin embargo, la enseñanza de esta materia en ESO puede retrasarse un año más, según el calendario de implantación de la norma y, en primaria, hasta el curso 2009-2010.

La Constitución recoge, en el artículo 32, el derecho del hombre y de la mujer a contraer matrimonio y añade que "la ley regulará las formas de matrimonio", entre otras cosas. Aunque es altamente improbable que en 1978 los padres de la Constitución pensaran en la regulación de los matrimonios gays al elaborar ese artículo, sí es posible que su redacción ampare ahora esta nueva "forma" de matrimonio, según Solozábal. "La referencia a formas de matrimonio abre la posibilidad a este tipo concreto, dejando al legislador que establezca las condiciones del matrimonio, entre las que estaría también, por ejemplo, los lugares en los que se puede celebrar".

De la misma opinión es el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla, Javier Pérez Royo, quien considera que con la nueva redacción de este aspecto en el decreto "se deben incluir todos los matrimonios que están regulados por ley". "Son uniones reconocidas en el derecho constitucional y, por lo tanto, pueden constituir una familia y, en algunas comunidades autónomas, adoptar hijos, y no se pueden dejar de enseñar", añade Pérez Royo, y pone un ejemplo. "Es como si en una clase de derecho civil de la facultad al llegar a la explicación del matrimonio no se contara que está regulado el matrimonio homosexual. El derecho es independiente de la voluntad de cada uno".

Parece claro, por tanto, que la nueva y definitiva redacción del decreto garantiza la enseñanza a los alumnos de ESO de la existencia no sólo de las familias constituidas por parejas gays, sino también las formadas por mujeres u hombres que han decidido tener o adoptar hijos ellos solos o las parejas de hecho que han formado una familia.

Tanto en los contenidos como en los objetivos y la evaluación de esta materia aparecen además referencias a la libertad de opción sexual. Por ejemplo, uno de los criterios de evaluación es identificar y rechazar las situaciones de discriminación, entre otras, "hacia personas de diferente orientación afectivo-sexual". Los contenidos incluyen la crítica de prejuicios diversos, como los "homófobos y sexistas" y los objetivos, el rechazo a las discriminaciones por cuestiones como la orientación afectivo-sexual y por razón de sexo.

Con la creación de esta materia, la intención del Ejecutivo ha sido hacer hincapié en la enseñanza de valores constitucionales y democráticos, sin entrar (ya que se enseña sólo en dos cursos) en temas más concretos (como la educación vial), que se enseñan dentro de otras asignaturas. Tal y como dice el texto, se pretende que "la juventud aprenda a convivir en una sociedad plural y globalizada" y "fomentar la reflexión" de los alumnos sobre sus contenidos.

Éstos están divididos en cinco bloques o temas generales, que son: las destrezas en la exposición de opiniones y el análisis de las informaciones; las relaciones personales; los deberes y derechos ciudadanos; los valores democráticos actuales, y los compromisos como ciudadanos de un mundo globalizado.

 

 


El tema más polémico, junto a la alternativa a la religión

 

 

S. P. DE P.  -  Madrid

 

EL PAÍS  -  Sociedad - 30-10-2006                                                                                                                                                                                           

 

El Gobierno ha mantenido reuniones con numerosas organizaciones educativas antes de decidir la redacción definitiva de este decreto. La educación para la ciudadanía es, junto a la materia alternativa a la religión, una de las cuestiones de la reforma de la LOE que más dolores de cabeza ha dado al Ministerio de Educación. La educación en valores fuera del ámbito familiar ha despertado siempre los temores de diversos sectores sociales.

El PP y la Iglesia consideran que educación para la ciudadanía abre la puerta al "adoctrinamiento" y los obispos han hecho un llamamiento a los padres de los alumnos a la objeción de conciencia. Pero detrás de ese rechazo, uno de los aspectos que más les disgustaban era precisamente que se hablara en las aulas de la existencia de "familias gays". Hay que recordar que el PP tiene recurrida la ley de los matrimonios gays (se trata de una reforma del Código Civil aprobada el 30 de junio de 2005) al Constitucional.

La enseñanza de estas "formas de familia" en el ámbito escolar pretendían evitarla organizaciones educativas como la Federación de Religiosos de la Enseñanza (FERE-CECA), la más representativa en la educación privada concertada, y la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), una organización más minoritaria y extremista que la anterior. Hasta el punto que ha advertido que, si se incluyen cuestiones como la enseñanza de los distintos tipos de familia, editará sus propios textos para los colegios privados y concertados que forman parte de ella.

Esto es posible, ya que hace unos años se eliminó el llamado control previo de los libros de texto, aunque luego estos son revisados para ver si cumplen con la ley. ]


Ciutadans integrats, ciutadans desintegrats.

Falta que fa un currículum d'Educació per a la Ciutadania per una ciutadania diversa.

Joan Pau Cimarro (membre del SN STPV-Iv)

 

El passat mes de juny, i en una estranya roda de premsa amb diverses asociacions i ONG, el MECD va presentar l'esborrany de curriculum de la futura assignatura d'Educació per a la Ciutadania que ha d'impartir-se al final del tram de Primària i Secundària Obligatòria a partir del curs 2008-2009. El document també conté un full amb la competència bàsica de ciutadania que ha de contindre tot el curriculum. Els curriculum que, en aplicació de la LOE, hauran d'impartir-se els pròxims cursos escolars han d'estar enllestits, per a disposició de les comunitats autònomes i  la seua publicació en ús de les seues competències, abans del mes de desembre.

 

Sembla mostrat, per les diferències partidàries, eclessials i governamentals que la futura assignatura és un dels camps de batalla de l'aplicació de la nova llei d'educació. Els representats de la conferència episcopal han proclamat la possibilitat, en ús del dret d'objecció de consciència, d'aconsellar a les families a no cursar l'assignatura donat  que la presumpta educació en valors laïcistes defensada en la mateixa pot ofendre les seues creences religioses. Malauradament el debat és producte  d'un seguit d'intoxicacions politiques propiciades per un debat  allunyat de la prudència i consens que l'aplicació de la nova legislació educativa necessita.

 

Educació per a la Ciutadania en el context institucional europeu.

 

Ja al mes de desembre de 2004 la Comissió Europea aprovà una sèrie de mesures on s'inclou la directriu de reforma dels plans d'estudis del estats membres. Aquesta directiu aconsella la necessitat d'incloure mesures educatives per tal d'afrontar la problemàtica de la ciutadania europea en el contaxt dels constants canvis econòmics i demogràfics en marxa i l'impacte d'aquestos procesos en la identitat europea. Deixant palesa la evidència que els estats membres de la UE s'han convertit ja fa temps en terra d'acollida, sobre tot dels habitats d'Àfrica, i d'Àsia i Amèrica també, aquesta acollida no pot amenaça la  cohesió social i cultural. El fracàs de les politiques d'integració evidenciat per actes violents de les minories d'inmigrants de trecera generació a Europa és un dels reptes culturals de la Unió Europea.

 

La mateixa Comissió Europea, en reunions posteriors, ha evidenciat en les politiques educatives aprovades en aquest sentit  estan lligades a la preocupació institucional per les dificultats de la integració social. Les mostres, com les que provoquen reaccions hostils extremes, com les que pugueres mostrar els actes terroristes a Madrid i Londres o l'augment de la xenofòbia i el racisme, són qüestions que necessiten també tractament als sistemes educatius.El projecte d'Educació per a la Ciutadania esdevé, per tant, un instrument amb el suport de les institucions europees i un compromís de la Unió. En aquest context resulta extemporània i local la reacció dels representants episcopals catòlics espanyols i únicament pot entendre's en el context de les agresives polèmiques locals que enfronten la dreta religiosa espanyola amb la invasió “laicista” protaganitzada per les politiques de la socialdemocràcia espanyola. La polèmica sobre l'assignatura de religió catòlica, ha d'estar al mateix nivell que les assignatures fonamentals segon el Concordat, també actua de soroll de fons.

 

Educació en valors i informació sobre els valors.

 

Ja la reforma LOGSE a 1989 va estudiar la possibilitat s'una assignatura que, amb el títol Educació per a la Convivència, s'impartiria al curs 4t d'ESO. El disseny curricular la va incloure per a la seua avaluació, amb el nom d'Ètica, a l'àrea de Ciències Socials, Geografia i Història, la qual cosa va implicar l'enfrontament entre especialistes al atribuir-se la docència a Filosofia. La cosa va acabar, com era lògic, amb la segregació de l'assignatura a Filosofia i amb un curriculum híbrid entre la introducció a la Ètica i l'anàlisi de problemes sociològics contemporanis. Amb dues hores setmanals la cosa era fàcil que quedara en no-res.

 

A més a més els intents d'educació en valors han quedat arraconats a les àrees transversals, ignorades sistemàticament a la Secundària. Aquest desconeixement de les àrees transversals, amb més que interessants excepcions, està provocat per la separació de departaments didàctics, les assignatures, incomunicats entre si i per una tradició acadèmica especialista que parla llenguatges diferents com a “professors” mai com a “educadors”.  La formació inicial de llicenciatura, separada de la realitat pràctica de la vida de l'heterogenia de l'alumnat adolescent és una altre dels dèficits pendents de solució.

 

Un curriculum academicista és un dels defectes d'arrel de l'esborrany  de curriculum presentat pel ministeri, no debades, entre voluntaris de ONGs. La recent reunió realitzada el passat mes de juliol, amb la presència dels  notables inspiradors de l'assignatura, ja va proposar la realització de temaris i oposicions on puguen accedir els futurs especialistes per formar ciutadans. Segons els experts reunits al fòrum “La educación para la ciudadania en el contexto escolar europeo” el professorat de Història i Filosofia, als que a priori pot aplicar-se l'atribució docent de la futura assignatura, necessiten de major qualificació per impartir-la.

 

Finalment uns breus apunts crítics a la proposta d'assignatura d'Educació en la Ciutadania: ¿no seria més pràctic educar als alumnes en la participació democràtica responsable en la comunitat educativa i en els centres educatius?¿algú pensa que amb dues hores setmanals es forman els futurs ciutadans?

 

València,setembre de 2006.


Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos

Luis María Cifuentes Pérez es catedrático de Filosofía y miembro de la Fundación CIVES y la Liga Española por la Educación y la Cultura Popular.

 EL PAÍS - 18-09-2006

  Una de las preguntas que de modo reiterado se está haciendo una gran parte del profesorado de infantil, primaria y secundaria de toda España en el último año es por qué ahora se habla tanto de educación para la ciudadanía en la reforma del sistema educativo que se va implantar con la nueva ley educativa, la LOE; los profesores de todas las etapas educativas están a la expectativa de esta nueva área de conocimientos que tanto debate político y mediático ha originado en torno suyo a lo largo de los dos últimos años. ¿Es que se trata de una materia totalmente nueva? ¿De dónde deriva su importancia educativa? ¿Por qué se ha originado un debate tan enconado sobre esta nueva área o materia de conocimientos?

Para responder adecuadamente a éstas y a otras cuestiones relacionadas con la Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, es conveniente repasar un poco la historia de la educación en nuestro país en los últimos años. Es preciso resituar el sentido de la educación cívica y ética en la filosofía de la educación que se introdujo en España con la LOGSE; me refiero al concepto de educación explicitado en la LOGSE y referido a los valores y a las actitudes que, según aquella ley, debían impregnar de modo transversal todo el sistema educativo.

Aquella idea de transversalidad no era ni es una manía de los Gobiernos socialistas ni una deformación profesional de un grupo de psicopedagogos, sino que deriva de la mejor tradición educativa y moral de nuestro país: la de la Institución Libre de Enseñanza (1876). Su fundador, Francisco Giner de los Ríos, Catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Madrid, tuvo siempre una idea de la educación vinculada a la ciudadanía, a los valores morales y a la regeneración cultural, política y moral de los ciudadanos españoles. Su filosofía de la educación, basada en los ideales de una ética laica, de valores como la libertad, la igualdad y la justicia sigue siendo el elemento inspirador más importante de esta novedad educativa denominada Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos.

Su idea de la tolerancia positiva, de la neutralidad del Estado ante las religiones y su aprecio por todas las tradiciones morales y religiosas siguen siendo lo que ya fue en la vida y obra de los institucionistas, el mejor antídoto contra el fanatismo, la xenofobia, la intolerancia y la violencia que amenaza a las democracias modernas.

Sin embargo, la educación para la cuidadanía no es solamente una cuestión que interese a las autoridades educativas españolas. En los sistemas educativos europeos, bajo distintas denominaciones y modelos, existe desde hace años un tipo de área y materia que aborda los mismos temas que nuestra nueva área de conocimientos. En unos países como Bélgica, Suecia, Italia y Alemania esta materia es transversal (cross curricular, en inglés); y en otros, como Francia e Inglaterra, es una materia específica en la secundaria; pero en todos esos países es un tema al que las autoridades educativas prestan mucho interés. Por ello, a lo largo de 2005, se ha celebrado en toda Europa, impulsado por el Consejo de Europa, el Año Europeo de la Ciudadanía, y durante ese año se han realizado en muchos países encuentros, seminarios y actividades en los que se ha tratado sobre la educación del ciudadano europeo.

Europa, como continente y, sobre todo, la Unión Europea, se enfrentan a una serie de problemas comunes como la cohesión social, la inmigración, el pluralismo religioso y moral, etcétera, ante los cuales necesita apoyarse en el sistema educativo para crear una conciencia cívica democrática que colabore en la prevención de posibles conflictos en el seno de sus sociedades. No se trata de un asunto menor, sino que se está poniendo en juego la identidad política, jurídica y ética de los sistemas democráticos europeos. Baste recordar el problema del rechazo en algunos países de la Constitución europea que está paralizando los avances sociales y políticos de toda La Unión.

La cohesión social, la participación en la vida democrática del centro escolar, la educación en el respeto a la diversidad sexual, cultural, moral y religiosa de todos los alumnos y alumnas son elementos que exigen una educación cívica, sea de modo transversal o sea de modo específico por medio de un currículo propio. Ésos son los retos teóricos y prácticos a los que se enfrenta la educación para la ciudadanía en España y en toda Europa; por eso, tienen razón quienes señalan que los valores cívicos y las conductas democráticas no se deben aprender solamente como una teoría, sino que son ante todo una práctica, un saber hacer, un saber vivir; pero también tienen buenas razones los que afirman que es muy conveniente que exista un profesorado especialista que reflexione específicamente sobre estos temas y que informe y forme adecuadamente a los niños y adolescentes en el plano teórico sobre los fundamentos de la democracia y del civismo.

Para actuar democráticamente es muy oportuno conocer los elementos teóricos, históricos y sociales que han contribuido a la construcción de la democracia en España y en el mundo; porque la conducta democrática no es espontánea e irreflexiva, no es una actitud innata en el individuo, sino que los valores y normas democráticas necesitan un aprendizaje en el ámbito familiar y escolar para que el ejercicio de la ciudadanía sea consciente y maduro.

El modelo de la transversalidad no ha dado todos los frutos que de él se esperaban, debido a diversas causas. El fracaso ha sido más evidente en los institutos de secundaria en los que la tradición de un profesorado especialista no ha sabido o no ha podido adaptarse fácilmente a las nuevas exigencias de la educación actual. La LOE ha optado por un modelo mixto de educación para la ciudadanía que recoja lo mejor de las experiencias de transversalidad que se han producido en los últimos años, pero que también profundice en los institutos de secundaria en la reflexión sobre los fundamentos de la educación ético-cívica y de la democracia y que potencie la participación de todos en la vida escolar. La educación ético-cívica no es solamente una cuestión teórica, sino que tiene una dimensión práctica muy importante. Si se consigue que el profesorado comprenda bien la propuesta del ministerio y se forme adecuadamente para impartir la nueva materia, el sistema educativo español y la calidad democrática de nuestra sociedad mejorarán considerablemente.


La educación para la ciudadanía  

Gregorio Peces-Barba Martínez es catedrático de Filosofía del Derecho y rector de la Universidad Carlos III de Madrid.

EL PAÍS  -  Opinión - 18-09-2006

  En círculos eclesiásticos y educativos católicos algunas personas me atribuyen la paternidad de la idea de la nueva asignatura de la Educación para la ciudadanía. Es totalmente incierto, aunque es verdad que siempre he defendido esa perspectiva y muchas veces he recordado que cuando mi padre estudiaba el bachillerato, en los años veinte del siglo pasado, cursó una asignatura que se llamaba entonces "Rudimentos de Ética y Derecho". Su impulsor fue el profesor Verdes Montenegro, que tenía un libro sobre el tema que no he podido consultar. Seguramente, la aseveración de mi paternidad en el tema deriva de la deducción interesada de estos antecedentes. Me gustaría haber influido en ese nacimiento concreto, pero lo cierto es que no he participado en él y que tampoco me han preguntado por posibles contenidos.

Cuando se ponga en marcha, sin duda podremos contribuir a la formación de profesores desde el Instituto "Bartolomé de las Casas", que dirige el profesor Rafael de Asís y cuyo profesorado tiene mucha experiencia en los temas que suponen el contenido de la asignatura.

Para no decepcionar a quienes me indican como autor de la idea y sin que nadie me lo haya pedido, voy a proponer unos contenidos para la asignatura, que naturalmente someteré a cualesquiera otros mejor fundados y justificados.

En otro artículo, "Las luces y las sombras", indiqué el origen intelectual de la pretensión de la Iglesia católica de monopolio en la formación en valores. Estamos ante un residuo que se acabó en el siglo XVIII y que en algunos casos se prolongó en el siglo XIX. España fue la excepción y se puede decir que, con la dictadura franquista, la presencia predominante de la Iglesia en la educación permaneció hasta la transición. La Constitución de 1978 no tuvo una reacción contra ese modelo, sino que lo racionalizó, lo favoreció y lo impulsó desde el derecho fundamental a la libertad de enseñanza. Por primera vez los colegios privados pudieron ser subvencionados para concertarse en apoyo de la enseñanza pública. Pero es sabido que la Iglesia-institución no se conformó con eso, sino que en las Comunidades Autónomas con Gobierno del Partido Popular se hizo una interpretación extensiva y no sólo han subvencionado muchos centros privados, especialmente pertenecientes a grupos religiosos integristas, sino que les han regalado terrenos públicos para hacer más fácil su instalación. En muchas ocasiones esas situaciones se han producido en detrimento de la enseñanza pública, a la que se ha cargado con la honrosa tarea de educar a los hijos de los emigrantes. Muchos colegios religiosos, afortunadamente no todos, olvidaron algunos valores evangélicos y no colaboraron en la tarea. No quisieron afrontar las dificultades y las complicaciones de educar a niños y a niñas que procedían de unas culturas diferentes. Nada de esto ha sido suficiente y ahora se consideran con derecho a monopolizar los valores como si todos los ciudadanos fueran creyentes y no estuviéramos en un Estado aconfesional.

Mi propuesta parte de la competencia plena de las autoridades públicas para fijar esos contenidos mínimos de la educación para la ciudadanía.

El primer bloque debe partir de la distinción entre la ética pública y la ética privada y del análisis de los contenidos de la ética pública democrática: idea de dignidad humana, valores constitucionales, derechos fundamentales y principios del Gobierno democrático (mayorías, respeto a la Ley, obediencia al Derecho, sometimiento de los gobernantes a la Ley, etcétera).

El segundo bloque debe desarrollar las relaciones entre el poder democrático y su Derecho: legitimidad de origen y de ejercicio del poder, la Constitución como norma básica, el ordenamiento jurídico, la jerarquía de las normas y las garantías, especialmente judiciales de respeto al Derecho. En este bloque debe dedicarse especial atención a diferenciar entre los contenidos, valores, principios y derechos y los procedimientos de funcionamiento de los órganos y las instituciones, de la aprobación de normas jurídicas y de actuación de los funcionarios y de los ciudadanos. De los primeros se puede discrepar, aunque sea de los aspectos más básicos. A los segundos hay que ajustarse en todo caso. En ello va la propia existencia de la democracia. El uso de las libertades de expresión, de prensa, de reunión o de asociación permite la disidencia, incluso la más radical, siempre que no se traspase el límite del claro y presente peligro de llegar a situaciones de violencia. Con un buen programa, este segundo bloque debe concluir con la idea de ciudadanía, sus requisitos y sus contenidos.

El tercer bloque debe ocuparse de modelos de casos difíciles. Así, se debe explicar en qué consiste la objeción de conciencia; los problemas de las minorías raciales, lingüísticas, culturales, de orientación sexual; los derechos de la mujer, con especial dedicación a los problemas de violencia de género; y, finalmente, el medio ambiente, el derecho al aire limpio, al agua limpia, a la no contaminación, a la preservación del entorno natural, etcétera.

Finalmente, la educación para la ciudadanía debe situarse en el marco europeo, en el valor y en las instituciones de la Unión Europea, que es nuestro entorno institucional, social y cultural. El rechazo de la violencia y de la guerra, el valor de las organizaciones humanitarias, la lucha contra la pobreza y contra la explotación de los hombres y de los pueblos, debe enmarcarse en los principios y los valores de la comunidad internacional y de Naciones Unidas.

Debe cuidarse mucho la preparación del profesorado, e incluso crear profesores propios de Educación para la ciudadanía. En todo caso, la atribución mayoritaria de esas enseñanzas a profesores de Filosofía o de Historia debe ser completada con una formación específica que les prepare para explicar los principales conceptos de la materia.

Nadie puede temer a esos contenidos ni afirmar que pretenden una manipulación ideológica. Al contrario, son esenciales para afirmar y fortalecer la democracia y la Constitución en la formación de las generaciones futuras.


Intermón hace una propuesta de contenidos sobre Educación para la Ciudadanía  EL PAÍS - 14-11-2005

Preparar a los alumnos para el ejercicio de la ciudadanía "fomentando el respeto y la valoración de la diversidad, el aprecio por el medio ambiente y el consumo responsable, por los derechos humanos...". Ésta es la propuesta, Educar para una ciudadanía global, que la ONG Intermón Oxfam ha presentado al Ministerio de Educación para llenar de contenido la asignatura Educación para la Ciudadanía. Esta materia, que en un principio se planteó como nueva alternativa a la clase de religión, finalmente se impartirá en uno de los tres primeros cursos de la educación secundaria y en otro de los tres últimos de la primaria, una vez se apruebe la Ley Orgánica de Enseñanza (LOE).

La propuesta de la ONG gira en torno a renovar la idea de ciudadanía hacia un concepto "que favorezca la integración e inclusión de las personas en la sociedad actual y que estimule la participación ciudadana desde los principios de democracia y corresponsabilidad. En definitiva, una ciudadanía global, crítica e intercultural, activa y responsable", dice el texto de la ONG.

Hasta ahora, la principal proposición de contenidos la había hecho la cátedra de laicidad de la Universidad Carlos III, que promovía una materia impartida por tutores en primaria y profesores de filosofía e historia en secundaria, y que contemplaría contenidos como el "patriotismo constitucional", la violencia machista, la vida en pareja o cuestiones bioéticas.

Objetivo global
La propuesta de Intermón, por su parte, hace honor a su título y recoge un objetivo global, esto es, pretende "educar para transformar el mundo en que vivimos". Proponen, pues, una asignatura impartida desde "una perspectiva de la justicia en la que se reconoce que la educación no puede ser nunca neutral, sino que es precisamente la educación la que tiene que proporcionar al alumnado un posicionamiento en el momento de elegir entre mantener el mundo tal y como está o participar en su transformación en favor de la justicia para todos". Pero, eso sí, siempre mediante la participación activa del alumnado, "proponiendo una educación para, no un adoctrinamiento", explica el texto de Intermón.

En concreto, estos valores se materializarían en contenidos agrupados bajo los siguientes epígrafes: Medio ambiente, desarrollo sostenible y equidad; Salud individual y colectiva; Identidad y diversidad cultural; y Formas de Gobierno, democracia y participación ciudadana.

Y entre las competencias que se pretende que adquiera el alumnado con todo ello destacan la dimensión ética del conocimiento y de los actos, el bien general sobre el particular, el bien público como responsabilidad compartida o el respeto por las minorías.

 


EL PAÍS  -  Sociedad - 11-06-2006

El cardenal Cañizares dice que la asignatura Educación para la Ciudadanía ataca a la familia

El vicepresidente de la Conferencia Episcopal y cardenal de Toledo, Antonio Cañizares, dijo ayer que el sistema educativo "es una de las peores cosas que le está pasando a la sociedad española" y que la asignatura Educación para la Ciudadanía "es un ataque más a la familia", porque plantea "un relativismo moral y una relación instrumental entre los hombres". "El problema está en la concepción educativa que hay detrás de la Ley Orgánica de Educación (LOE). La sociedad no se está dando cuenta de esta situación", afirmó en una conferencia sobre El futuro de la familia en las XIX Jornadas de la Asociación de Grupos de Estudio de Actualidad (AGEA).

El cardenal instó a los padres "a que no permitan que sus hijos sean educados por otros". "No permitamos aquellos aspectos de la educación que van en contra de la verdad del hombre". Cañizares considera la educación "inseparable" de la familia. "Cualquier usurpación de la educación en la familia es también un atentado" contra ella. El prelado explicó también que la crisis de la familia se debe "a un ambiente de hedonismo, permisividad, insolidaridad y pérdida del sentido de la verdad y de Dios", y a que las políticas familiares que se están llevando a cabo en Europa y, en especial, en España, "no están dando soluciones". "España camina hacia una deriva que le augura a la familia muy poco futuro", dijo en alusión al llamado divorcio exprés, la futura ley de identidad de género y la del matrimonio entre homosexuales.

 


TRIBUNA: ¿CÓMO PUEDE CONTRIBUIR LA ESCUELA A FOMENTAR LA DEMOCRACIA?

Josep Maria Puig Rovira es catedrático de Teoría de la Educación de la Universidad de Barcelona

 EL PAÍS  -  Opinión - 25-06-2006

La nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos está recibiendo alabanzas y críticas. No podía ser de otro modo. Una de las mayores controversias recuerda un debate clásico: ¿la ciudadanía realmente puede enseñarse y, en caso de una respuesta afirmativa, se puede enseñar mediante una asignatura? Veamos las posturas en litigio.

Las opiniones favorables a esta asignatura se basan en una idea clave: no nacemos siendo buenos ciudadanos, ni tampoco basta con pertenecer a una sociedad democrática para llegar a ser verdaderos demócratas, nos hacemos ciudadanos de una democracia en buena parte gracias a la educación. Las regulaciones legales y las formas sociales pueden encauzar el comportamiento, aunque por sí solas no garantizan la convicción cívica necesaria para lograr una óptima convivencia democrática. Por tanto, llegar a ser un buen ciudadano requiere un esfuerzo formativo y para hacerlo efectivo lo mejor es dar a la ciudadanía rango de asignatura.

Entre quienes no desean una asignatura de ciudadanía, la argumentación más frecuente acepta la necesidad de educar para la ciudadanía, pero rechaza convertir esa tarea formativa en una simple asignatura. Se afirma que para formar ciudadanos de nada sirve la información que proporcionan los libros de texto y el profesorado. Ser ciudadano de una democracia tiene que ver con ciertos rasgos de carácter y hábitos de comportamiento que no se adquieren mediante el saber que dispensan las asignaturas. Llegar a ser un correcto ciudadano demócrata se consigue ejercitando las virtudes cívicas en las múltiples ocasiones que proporciona la vida de los centros educativos. Se trata de una educación para la ciudadanía omnipresente, compartida por todo el profesorado, y transversal.

Las dos posturas tienen parte de razón. Conviene defender una asignatura porque proporciona la oportunidad de reflexionar sobre conocimientos que pueden motivar la convivencia democrática. Pero también conviene defender la implicación de los jóvenes en actividades que repetidamente pongan en juego hábitos cívicos. Educar para la ciudadanía requiere reflexión y experiencia. Visto, pues, que lo necesitamos todo, si no hubiese asignatura, se debería recomendar. Pero como la tendremos, se debe recomendar vivamente la realización de actividades prácticas: algo así como unas prácticas de ciudadanía.

¿Qué entendemos por prácticas de ciudadanía? Se trata de algo sencillo, las prácticas de ciudadanía son todas las oportunidades que ofrecemos a nuestros jóvenes para que realicen actividades que les preparen para la ciudadanía, actividades que les permitan cultivar virtudes cívicas. Cuando reducimos las clases magistrales para en su lugar entablar debates sistemáticos y reposados con los alumnos, les estamos ofreciendo una oportunidad de entrenar hábitos de ciudadanía. Cuando impulsamos la participación del alumnado en las reuniones de clase o de delegados para regular la convivencia y considerar la marcha del trabajo escolar, les estamos ofreciendo una oportunidad de degustar valores cívicos. Cuando establecemos sistemas de aprendizaje cooperativo en los que el trabajo y el éxito son colectivos, les estamos enseñando contenidos y a la vez preparando en valores que les serán de utilidad en su vida profesional y ciudadana. Son algunas de las muchas modalidades de prácticas que podrían completar la asignatura de educación para la ciudadanía.

Los ejemplos que hemos aducido son prácticas de ciudadanía conocidas, aunque quizá no siempre se apliquen con la tozudez que requiere la educación. Sin embargo, desearía acabar presentando una modalidad de práctica de ciudadanía, el aprendizaje servicio, menos conocida, pese a que ya contamos con muy buenas realizaciones. ¿Qué es el aprendizaje servicio? Se trata de una propuesta educativa que combina procesos de aprendizaje y de servicio a la comunidad en un solo proyecto bien articulado. Un proyecto en el que los participantes se forman al enfrentarse y trabajar sobre necesidades reales de su entorno social y lo hacen con el objetivo de mejorarlo. Trabajan en favor de la comunidad y a la vez se forman en una doble dirección: aprenden conocimientos curriculares relacionados con la actividad de servicio y además aprenden virtudes y valores cívicos que se ponen en juego a lo largo del proceso que sigue dicha actividad educativa.

Cuando un centro pide voluntarios entre su alumnado y los forma para recibir y guiar a chicos y chicas inmigrantes que se incorporan a lo largo del curso, está ofreciendo a los voluntarios una experiencia educativa de primera magnitud. Cuando un banco de sangre monta un sistema de colaboración con las instituciones educativas para proporcionar formación científica sobre los temas que le son propios y a la vez pide colaboración a los jóvenes para dinamizar una campaña de donación de sangre en su barrio, está contribuyendo a que tomen conciencia de una necesidad no siempre visible y les da oportunidad de ejercer una acción cívica de solidaridad. Cuando varios centros educativos de una población y una asociación interesada en la historia local montan un sistema de recuperación de la memoria histórica, a través de la narración oral que las personas mayores dirigen a la pareja de alumnos reporteros que les ha correspondido, están creando una actividad con múltiples objetivos: conocer una época histórica de la ciudad, relacionar jóvenes y ancianos, responsabilizar a los alumnos en una tarea cívica de recuperación del pasado que luego se mostrará al conjunto de la población y, sin duda, en este caso, aprender historia y sociales. Tres ejemplos de aprendizaje servicio de entre los muchos que puede ofrecer una tan versátil metodología pedagógica.

Si conseguimos reconocer el servicio a la comunidad, en sus múltiples formas, como uno de los mejores ingredientes de la Educación para la Ciudadanía, la habremos convertido en una asignatura con prácticas de verdad. Un modo a la vez reflexivo y experiencial de adquirir valores y virtudes cívicas.


El Foro de la Familia llama a los padres a boicotear la asignatura de Educación para la Ciudadanía

EL PAÍS  -  Sociedad - 15-07-2006                                                                                

El Foro Español de la Familia llamó ayer a los padres a la insumisión en los colegios a partir del curso 2007-2008, fecha en que está prevista la entrada en vigor de la asignatura Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos. En un comunicado difundido ayer, proponen a las familias que "en nombre de la libertad, ejerciten el derecho de objeción de conciencia y se nieguen a que sus hijos asistan a las clases" de dicha materia.

También ponen a disposición de los padres "asesoramiento jurídico de forma gratuita, proporcionando los modelos de escritos y recursos a presentar para defender su derecho a formar la conciencia de sus hijos". Para animar a la participación, el Foro advierte de la conveniencia de juntar hasta un millón de progenitores dispuestos al boicoteo porque "el Estado no podrá hacer nada contra un millón de padres comprometidos con la educación de sus hijos".

En el comunicado rechazan también la "transmisión de valores morales y las ideas concretas del Gobierno sobre el matrimonio y la sexualidad, y en particular la teoría de la filosofía de género sobre distintos tipos de familia" que ellos entienden implícita en la asignatura. Esta protesta se produce tras la publicación, ayer en este periódico, de la iniciativa del Gobierno de enseñar a los escolares que existen varios tipos de familia, entre ellas las formadas por homosexuales, dentro de la asignatura Educación para la Ciudadanía.

El portavoz del Foro, Benigno Blanco, cree que la "instrumentalización ideológica de la nueva materia está en consonancia con los totalitarismos del siglo XX". El Foro Español de la Familia se fundó en 1999 como entidad "civil, no confesional" de defensa de la familia tradicional. Engloba a cerca de 5.000 asociaciones, entre ellas la Asociación Católica de Propagandistas y la Confederación Católica de Padres de Alumnos (Concapa). Aseguran que representan a seis millones de padres y convocaron las manifestaciones en Madrid contra el matrimonio homosexual, en junio de 2005, y contra la LOE, en noviembre. Su presidente es el ex magistrado del Constitucional José Gabaldón. El portavoz, Blanco, ha sido dos veces secretario de Estado con José María Aznar.

El secretario general de Educación, Alejandro Tiana, insitió ayer en que no se hagan interpretaciones de una asignatura cuyo currículo está aún en proceso de elaboración, informa Servimedia.

Una iniciativa parlamentaria aprobada el 21 de junio en el Congreso, señaló la importancia de transmitir desde la escuela el respeto a la diversidad y el rechazo a la homofobia.

 


 Educación para la Ciudadanía abre la puerta al "adoctrinamiento", según la Iglesia y el PP
Cañizares apoya el llamamiento a los padres de alumnos a la objeción de conciencia

EL PAÍS  -  Sociedad - 18-07-2006                                                                                

La Iglesia y el PP advirtieron ayer del "riesgo de adoctrinamiento" que, a su juicio, supone estudiar de forma obligatoria la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía. Así lo expresó el líder del PP, Mariano Rajoy, invitado por el cardenal Antonio Cañizares a un curso de verano que él mismo dirige en la Universidad Rey Juan Carlos. Cañizares dijo que esa asignatura, que se estudiará en algunos cursos de primaria y secundaria, puede ser el medio para que el Estado "imponga una formación moral al margen de los padres y los centros educativos".

La Iglesia y el PP tiene posturas coincidentes en lo que respecta a esta nueva asignatura, prevista en la Ley Orgánica de Educación (LOE) aprobada recientemente. En ella se abordarán cuestiones ético cívicas, conocimientos sobre la paz, los regímenes democráticos, el funcionamiento de las instituciones, la multiculturalidad, las diversas religiones, y también se tratarán las múltiples familias que ahora configuran el panorama social.

Nada que objetar, opinan los conservadores, salvo que la asignatura será obligatoria para todos los alumnos en algunos cursos. "Tal y como está planteada podría convertirse en un instrumento para transformar la ideología oficial de la escuela pública", dijo Cañizares. El cardenal saludó la iniciativa del Foro Español de la Familia que ha llamado a los padres a negarse a que sus hijos estudien dicha asignatura. Lo que "ha de quedar claro", dijo es que la Educación para la Ciudadanía, "no se convertirá en un medio de adoctrinamiento obligatorio".

Rajoy abundó en ese extremo: "Supone la pretensión de nuestro Gobierno de imponer una asignatura que tenga como objeto configurar un modelo determinado de ciudadano. Sería un grave error". "Tanto el laicismo como los fundamentalismos religiosos son enemigos de la libertad y, si logran imponerse, conducen inexorablemente al totalitarismo", añadió.

Ayer se reunieron el Gobierno y la Iglesia para hablar sobre los profesores de Religión en las escuelas. Como el anterior, este encuentro se calificó de "cordial" por ambas partes. Los representantes de la Conferencia Episcopal destacaron la "buena voluntad" del Ministerio de Educación para cumplir los Acuerdos de la Santa Sede y se refirieron a la reunión como "un pequeño paso importante" donde "se han acercado posturas", dijeron. Satisfacción moderada.

Educación se ha comprometido a entregarles el decreto que regulará con detalle la situación de los profesores de religión y se reunirán de nuevo en septiembre. Fuentes del ministerio recordaron que los profesores de Religión, tras la aprobación de la LOE, están bajo la protección del Estatuto de los Trabajadores. Pero cada curso la Iglesia decide si renueva o no a sus profesores. Y el próximo no será distinto. Sólo a partir de 2007-2008 las plazas se adjudicarán ya en virtud de la igualdad, el mérito y la capacidad, tal como desarrollará el decreto.

Cabrera presenta el borrador de la asignatura Educación para la Ciudadanía, que será evaluable
El Ministerio se reúne con una veintena de organizaciones sociales para fijar el currículum, los objetivos y la evaluación de esta materia

 


 Educación para la Ciudadanía. Sobre el currículum

ELPAIS.es  -  Sociedad - 06-06-2006

 La dimensión humana de la sexualidad, el respeto a las opciones laicas o religiosas de los ciudadanos y el pluralismo moral son algunas de las cuestiones que formarán parte del currículum de la nueva materia de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, creada por la Ley Orgánica de Educación (LOE), según recoge el borrador de esta asignatura presentado hoy por el Ministerio de Educación y Ciencia (MEC) a una veintena de organizaciones sociales en una reunión para fijar el currículum, los objetivos y la evaluación de esta materia. El director general de Educación, Formación Profesional e Innovación Educativa, José Luis Pérez Iriarte, ha avanzado que será "será evaluable".

En concreto, para el currículum del tercer ciclo de Educación Primaria, el Ministerio propone tres bloques formativos: individuos y relaciones interpersonales, convivencia y relaciones con el entorno y vivir en sociedad. Sus contenidos versarán sobre la libertad y la responsabilidad en la toma de decisiones, los derechos del niño, el reconocimiento y aprecio de las diferencias de género, la expresión y el control de las emociones, la identificación de rasgos de diversidad cultural y religiosa, principios de convivencia establecidos por la Constitución y hábitos cívicos, entre otros.

Para uno de los tres primeros cursos de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), se apuesta, en sus cinco bloques, por enseñar acerca de la dimensión humana de la sexualidad, la valoración crítica de la división social y sexual del trabajo y de los prejuicios sexistas, participación en la escuela, Declaración Universal de los Derechos Humanos, respeto a las opciones laicas y religiosas de los ciudadanos, funcionamiento de los regímenes democráticos, bienes comunes, racismo y violencia, respeto y cuidado del medio ambiente, la circulación vial, el consumo racional y los conflictos del mundo actual. Preparación para debates, exposición de opiniones, evaluación crítica y búsqueda de información estarán en los contenidos comunes.

Sentimientos y emociones

En cuarto de ESO, se formará a los estudiantes sobre los interrogantes del ser humano, los sentimientos y emociones en las relaciones interpersonales, las teorías éticas, el pluralismo moral, instituciones democráticas, valores constitucionales, factores que generan problemas a distintos colectivos, la globalización, dignidad de la persona, causas, factores y alternativas a la discriminación de las mujeres, entre otras cuestiones. Los contenidos comunes a los cinco bloques de este curso tratarán el reconocimiento de los sentimientos propios y ajenos, la exposición de juicios, el análisis de la información de la prensa y el reconocimiento de las injusticias.

En todos los cursos de esta materia, que será evaluable y computable, estos contenidos tienen su triple dimensión de contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales, según ha explicado Pérez Iriarte al término del encuentro con estas entidades. "Se trata de transmitir un cuerpo de conocimientos que permita manejarse en el conjunto de la ciudadanía pero sobre todo de educar en comportamientos y actitudes propios de la educación ciudadana", ha dicho.

Entre las organizaciones con las que el MEC ha negociado hoy el diseño de la nueva asignatura están Amnistía Internacional, Asociación Pro Derechos Humanos, Asociación Universitaria de Profesores de Didáctica de las Ciencias Sociales, Cáritas, Coordinadora de ONGs para el Desarrollo, Intermón-Oxfam, Federación Española de Religiosos de Enseñanza y Fundación Luis Vives. No obstante, las conversaciones con éstas y otras instancias sobre esta disciplina para "simplificar" contenidos y "ahondar" en los procedimientos metodológicos proseguirán, tal y como ha recalcado Iriarte.

Por ello, el MEC se reunirá mañana con representantes del Ministerio de Defensa, los institutos de la Mujer y de la Juventud y la Dirección General de Tráfico y el viernes con la Confederación Española de Centros de Enseñanza. "Nos reuniremos con todo aquel que quiera decir algo al respeto", ha concluido este representante ministerial en respuesta a críticas de algunos miembros del sector educativo, que solicitaron ser escuchadas en esta cuestión.

 


 El Senado aprueba que la asignatura de religión sea evaluable

 EL PAÍS  -  Sociedad - 23-03-2006                                                                                  

 

El Pleno del Senado aprobó esta madrugada el proyecto de Ley Orgánica de Educación (LOE) con una enmienda del PP para que la enseñanza de religión tenga distintas opciones "confesionales y no confesionales" y se impartan en condiciones académicas "iguales a todos los efectos" con el resto de materias.

Entre otras enmiendas incorporadas con la oposición del PSOE y Entesa Catalana de Progrés, se suprime Educación para la Ciudadanía en Primaria, según propuesta del BNG, y se establecen pruebas extraordinarias de acceso a la función pública para los docentes interinos y se constituye un Fondo de Cohesión Interterritorial Educativa, según sendas enmiendas del PP.

El Senado remitirá el texto legislativo modificado al Congreso, que decidirá sobre las modificaciones antes de que la ley quede aprobada definitivamente por las Cortes Generales.


La polémica de la transmisión de valores

EL PAÍS  -  Sociedad - 14-07-2006

  La "causa profunda" del malestar mostrado por la Conferencia Episcopal y por las patronales católicas ante la asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos radica en que, "por primera vez en la historia de España, el Estado asume la transmisión de valores, una tarea que hasta ahora correspondía casi en exclusiva a la Iglesia Católica", asegura Victorino Mayoral, presidente de la Fundación CIVES. Ésta es una de las entidades consultadas por el Ministerio de Educación y que la pasada semana organizó en Madrid el primer Congreso Europeo para la Ciudadanía.

Para Mayoral, el origen del conflicto que probablemente se avecina estriba en que "ellos ven que se les ha acabado el monopolio" de la transmisión de valores desde un punto de vista "confesional católico". Por eso, Mayoral entiende que la nueva asignatura es una auténtica revolución educativa, "la mejor aportación de la LOE", que determinará los principios comunes de convivencia y dará como resultado "mejores ciudadanos en el futuro. Mejores españoles".

Lo contrario opina el cardenal primado de Toledo, Antonio Cañizares, quien recientemente advertía de que "el problema está en la concepción educativa que hay detrás de la LOE". El prelado insta a los padres a que "no permitan que sus hijos sean educados por otros".

Isabel Bazo, presidenta de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), cree en esta línea que la moral "es algo que no se debe evaluar en el colegio". "¿Cómo se examina en septiembre un niño suspendido en junio por no compartir los valores morales del profesor de Educación para la Ciudadanía?", se pregunta. Mayoral sale al paso de esta reflexión recordando que "resulta cínico que cuestionen precisamente esto quienes se han pasado la vida evaluando la moral del catecismo".

Ante semejante disparidad de criterio, Alejandro Tiana, secretario general de Educación, sabe que una de las claves está en "formar muy bien a los profesores y detallar los contenidos" para que, en la práctica, no se traicione "el espíritu" de la asignatura, que es la convivencia pacífica en el respeto a los demás.

Eugenio Nasarre, ponente del PP en la Comisión de Educación, vaticinó una confrontación a cara de perro durante el debate parlamentario. "El Estado no puede extralimitarse ni imponer su modelo de moral social. Habrá un gran malestar y una nueva división en la escuela", aseguró este responsable.


Los escolares aprenderán los distintos tipos de familia en una nueva asignatura
La patronal CECE advierte de que editará sus propios libros de texto al margen de la LOE

 EL PAÍS  -  Sociedad - 14-07-2006

Los niños españoles aprenderán en el colegio, a partir de los diez años, que tener dos papás o dos mamás es tan normal como pertenecer a una familia tradicional. Así lo recoge el último borrador de la asignatura Educación para la Ciudadanía, que Educación acaba de remitir a las comunidades autónomas. La innovadora recomendación para que se explique a los escolares que no existe un único tipo de familia, sino varios, incluida la homosexual, responde a una iniciativa parlamentaria aprobada el 21 de junio. Las dos principales patronales de enseñanza (FERE y CECE) han mostrado su rechazo. Esta última ha advertido de que editará sus propios libros de texto al margen de este aspecto de la LOE, en una lucha "sin cuartel" contra una asignatura que traslada al Estado la responsabilidad máxima en la transmisión de valores.

La polémica que suscitó la aprobación de la ley de matrimonios homosexuales podría repetirse en este aspecto del desarrollo de la Ley Orgánica de Educación (LOE), cuya entrada en vigor está prevista para el curso 2007-2008.

La asignatura Educación para la Ciudadanía es uno de los principales compromisos educativos del Gobierno, según afirmó en su día la ministra, Mercedes Cabrera, y reitera ahora el secretario general de Educación, Alejandro Tiana. Responde a una recomendación de la UE para paliar el "déficit democrático" que se observa en la Unión: en los países del Este por la anterior ausencia de democracia y en el resto por la apatía y el desinterés de los ciudadanos. Esta asignatura, que será obligatoria y equiparada en importancia a Lengua o Matemáticas, trata de enseñar a los escolares el funcionamiento y valor de las instituciones, así como la conveniencia de participar en ellas y ser críticos con los gobernantes. Ya funciona como materia autónoma en Reino Unido, Francia, Alemania, Polonia e Irlanda, y como transversal -diluida en otras áreas- en otros países europeos. En España, añade Tiana, se ha impartido en parte de forma transversal, un sistema que ahora se cambia "porque hemos comprobado que no funciona".

Pero Educación para la Ciudadanía aborda también la transmisión de valores morales y, dentro de ellos, la tolerancia y el respeto al diferente como eje central. Y es aquí donde comienzan los problemas. Para el Gobierno, no basta con ser considerado con las personas de otro sexo, raza o religión. La igualdad implica también el reconocimiento pleno de cualquier opción sexual sin discriminación de ningún tipo. Alejandro Tiana lo explica: "Es necesario que los niños comprendan cómo está organizada la sociedad en la que viven y dentro de ella existen varios tipos de familia: biparentales, monoparentales y homosexuales. Negarlas es negar la realidad".

En el primer borrador, presentado por la ministra el pasado 6 de junio, la redacción era más ambigua: "Contenidos: Familia y relaciones entre hombres y mujeres". La mención en este segundo borrador de la expresión "la familia y sus distintos tipos" está en consonancia con la proposición no de ley, aprobada en la Comisión de Educación del Congreso el pasado día 21, sobre el "establecimiento de medidas para el reconocimiento de la diversidad afectivo-sexual en el sistema educativo". En la exposición de motivos, el Grupo Socialista argumenta que "la igualdad legal no es suficiente". "Entre los alumnos hay homosexuales y el sistema tiene que dar una respuesta escolar", argumentó Luis Tomás en la comisión. Este diputado por Málaga asegura que "solo con paliar el sufrimiento que supone recordar a este tipo de alumnos que son diferentes ya justificaría la medida". Lo contrario le parece "cruel" a este profesor de secundaria.

No opina lo mismo el secretario general de la Federación España de Religiosos de Enseñanza (FERE-CECA), Manuel de Castro, quien señala: "Se empieza reconociendo que los homosexuales son una familia más y terminamos admitiendo como familia a un hombre con tres mujeres". Matiza que el resto de la asignatura, "sin ser un ideal", sí es "razonable". Mucho más beligerante se muestra la otra patronal, la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), que representa entre otros a los colegios religiosos ultraconservadores. A sus representantes les produce rechazo que Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos vaya más allá del aprendizaje de conocimientos y entre en "actitudes y valoraciones morales". El director del Instituto de Técnicas Educativas de la CECE, Mariano del Castillo, muy irritado con este proyecto, vaticina "conflictos" tanto entre las familias con los profesores como de éstos entre sí: "En religión se enseñarán unos valores y en Educación para la Ciudadanía, los contrarios", dice. Está convencido de que el Gobierno no dará marcha atrás. Por eso advierte: "Imprimiremos nuestros propios libros de texto". La ausencia de control previo sobre los textos hace posible esta iniciativa, sujeta al criterio de una comisión que, a posteriori, vele por el cumplimiento del "espíritu de la LOE", según Alejandro Tiana. Esta asignatura se impartirá en el último ciclo de Primaria y en parte de Secundaria.


         
TRIBUNA: FERNANDO SAVATER:   En defensa propia

 Fernando Savater es catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.

EL PAÍS  -  Opinión - 12-08-2006                                                                                                                                                         

Aunque el trazo grueso y la exageración truculenta son el pan nuestro de cada día en los comentarios políticos de los medios de comunicación españoles, las descalificaciones que ha recibido la proyectada asignatura de Educación para la Ciudadanía superan ampliamente el nivel de estridencia habitual. Los más amables la comparan con la Formación del Espíritu Nacional franquista y otros la proclaman una "asignatura para el adoctrinamiento", mientras que los feroces sin complejos hablan de "educación para la esclavitud", "catecismo tercermundista" y lindezas del mismo calibre. Muchos convienen en que si entra en vigor esta materia, el totalitarismo está a la vuelta de la esquina: como una imagen vale más que mil palabras -en especial, para los analfabetos, claro-, el suplemento piadoso Alfa y Omega del diario Abc ilustraba su denuncia de la Educación para la Ciudadanía con una fotografía de un guardia rojo enarbolando el librito también bermejo del camarada Mao. En fin, para qué seguir.

Con tales planteamientos, no puede extrañar que algunos clérigos y otros entusiastas recomienden nada menos que la "objeción de conciencia" docente contra semejante formación tiránica (desde que no hay leones en la arena, los voluntarios para el martirio se van multiplicando). Quienes abogamos desde hace años profesionalmente -es decir, con cierto conocimiento del tema- por la inclusión en el bachillerato de esta asignatura que figura en los programas de relevantes países democráticos europeos podríamos sentirnos ofendidos por esta retahíla de dicterios que nos pone quieras que no al nivel abyecto de los sicarios propagandistas de Ceaucescu y compañía. Pero lo cochambroso y raído de la argumentación empleada en estas censuras tremendistas demuestra que su objetivo no es el debate teórico, sino el más modesto de fastidiar al Gobierno y halagar a los curas integristas, por lo que haríamos mal tomándolas demasiado a pecho.

La objeción más inteligible contra esta materia viene a ser que el Estado no debe pretender educar a los neófitos en cuestiones morales porque ésta es una atribución exclusiva de las familias. Como ha dicho monseñor Rouco, la asignatura culpable no formaría a los estudiantes, sino que les transmitiría "una forma de ver la vida", que abarcaría "no sólo el ámbito social, sino también el personal". Francamente, no me resulta fácil imaginar una formación educativa que no incluya una forma de ver la vida, ni una educación de personas que omita mencionar la relación entre la conciencia de cada cual y las normas sociales que comparte con su comunidad. Pero de lo que estoy convencido es de que la enseñanza institucional tiene no sólo el derecho sino la clarísima obligación de instruir en valores morales compartidos, no para acogotar el pluralismo moral, sino precisamente para permitir que éste exista en un marco de convivencia. Los testigos de Jehová tienen derecho a explicar a sus hijos que las transfusiones de sangre son pecado; la escuela pública debe enseñar que son una práctica médica para salvar vidas y que muchas personas escrupulosamente éticas no se sienten mancilladas por someterse a ellas. Los padres de cierta ortodoxia pueden enseñar a sus hijos que la homosexualidad es una perversión y que no hay otra familia que la heterosexual; la escuela debe informar alternativamente de que tal "perversión" es perfectamente legal y una opción moral asumible por muchos, con la que deben acostumbrarse a convivir sin hostilidad incluso quienes peor la aceptan.

Los alumnos deben saber que una cosa son los pecados y otra los delitos: los primeros dependen de la conciencia de cada cual; los segundos, de las leyes que compartimos. Y sólo los fanáticos creen que no considerar delito lo que ellos tienen por pecado es corromper moralmente a la juventud. Por otro lado, es rotundamente falso que la moral sea un asunto estrictamente familiar: no puede serlo, porque nadie vive solamente dentro de su familia, sino en la amplia interacción social, y no serán sólo sus parientes quienes tengan

que soportar su comportamiento. Hace tiempo escribí que las democracias deben educar en defensa propia, para evitar convertirse en semillero de intransigencias contrapuestas y de ghettos incomunicados de dogmas tribales. Nada veo hoy en España ni en Europa que me incline a cambiar de opinión.

Resulta verdaderamente chocante que la oposición considere la Educación para la Ciudadanía un instrumento doctrinal que sólo puede beneficiar al Gobierno. Deberían ser los más interesados en preparar futuros votantes bien formados e informados que no cedan a seducciones demagógicas. En un artículo que analiza muy críticamente la situación política actual en nuestro país ("Cómo se estropean las cosas", Abc, 18/7/06), Álvaro Delgado-Gal se pregunta: "¿Estamos los españoles educados democráticamente? La pregunta es pertinente, ya que la buena educación democrática no se adquiere así como así, ni florece, como las malvas, en terrenos poco trabajados". No parece por tanto que tronar contra la asignatura que pretende remediar estas carencias sea demasiado lógico.

Al menos los críticos deberían distinguir entre la necesidad de este estudio, que es evidente, y la orientación temática que finalmente reciba, sobre la que puede haber mayores recelos y objeciones. En cualquier caso, la menos válida de éstas es sostener que cada familia tiene el monopolio de la formación en valores de sus vástagos... mientras se expresa preocupación por la posible apertura de escuelas de orientación islámica en nuestro país. O nos preocupa el silencio de Dios o nos alarma el guirigay de los dioses, pero todo a la vez, no. Los mismos que reclaman homogeneidad entre los planes de estudio de las diferentes autonomías no pueden negar al ministerio su derecho a proponer un común denominador ético y político en que se base nuestra convivencia. También por coherencia, quienes exigen a Ibarretxe que sea lehendakari de todos los vascos y no sólo de los nacionalistas no deberían censurar que Gallardón se comporte como alcalde de todos los madrileños y no sólo de los heterosexuales. Por lo tanto, produce cierta irritada melancolía que el líder de la oposición, tras una conferencia en unos cursos de verano dirigidos por el cardenal Cañizares, afirmase (según la prensa) que "la laicidad y la Educación para la Ciudadanía llevan al totalitarismo". Vaya, hombre: y seguro que la electricidad y el bidé son causantes de la decadencia de Occidente.

Sin duda, hay muchos malentendidos en torno a la asignatura polémica que deberán ser cuidadosamente discutidos. Como vivimos en una época enemiga de las teorías, cuyo santo patrono es Campoamor ("nada es verdad ni mentira, todo es según el color..., etc."), es de temer que predomine ante todo el afán práctico de lograr comportamientos recomendables. Pero a mi juicio, la Educación para la Ciudadanía no debería centrarse en fomentar conductas, sino en explicar principios.

Para empezar, en qué consiste la ciudadanía misma. Podríamos preguntárselo a los inmigrantes, por ejemplo, pues lo que vienen a buscar en nuestros países -sean más o menos conscientes de ello- no es simplemente trabajo ni aún menos caridad o amparo, sino precisamente ciudadanía; es decir, garantía de derechos no ligados a la etnia ni al territorio sobre los que poder edificar su vida como actores sociales. Los neófitos oyen hablar a todas horas de las carencias de nuestro sistema, pero no de sus razones ni de la razón de sus límites. La ciudadanía exige constituir un "nosotros" efectivo que no sea "no a otros", por utilizar el término propuesto antaño por Rubert de Ventós. Ser ciudadano es estar ligado con personas e instituciones que pueden desagradarnos: obliga a luchar por desconocidos, a sacrificar nuestros intereses inmediatos por otros de gente extraña pero que pertenece a nuestra comunidad, y a asumir como propias leyes que no nos gustan (por eso es imprescindible intervenir en política, ya que luego el "no en mi nombre" es un subterfugio retórico y equívoco). Vivir en democracia es aprender a pensar en común, hasta para disentir: algo que con la moda actual de idolatrar la diferencia no resulta precisamente fácil ni obvio.

No soy de los que dan por hecho el despedazamiento de España a corto plazo, pero la verdad es que también veo apagarse más luces de las que se encienden. Con una izquierda cautiva de los nacionalistas y una derecha cautivada por los obispos, la imbecilización política del país es más que probable. Afortunadamente, gran parte de la ciudadanía no se siente obligada al cien por cien a alinearse con unos o con otros. Hay votantes del PSOE que consideran injustificable la mesa de partidos que nadie se molesta en justificar y votantes del PP que prefieren el teléfono móvil a las palomas mensajeras, a pesar del comprobado parentesco de éstas con el Espíritu Santo. A los hijos de todos estos relapsos les vendrá muy bien aprender Educación para la Ciudadanía, aunque no sea la panacea mágica de nuestros males. Para tantos otros, ay, llega la asignatura demasiado tarde.


La asignatura de ciudadanía será evaluable y tendrá el mismo peso que las otras materias
La disciplina incluye contenidos de ética, igualdad, valores constitucionales y educación vial

 CARMEN MORÁN  -  Madrid

 EL PAÍS  -  Sociedad - 07-06-2006

Los alumnos tendrán que estudiar al menos dos horas semanales de la nueva asignatura de educación para la ciudadanía en tres cursos, 5º o 6º de primaria y dos de secundaria. En 4º de ESO se impartirá junto a los contenidos de ética. La nueva materia, evaluable y que contará para repetir curso, cobrará así el mismo peso que las otras materias y deberá impartirse durante un número de horas mínimo similar al que el ministerio exige para matemáticas o lengua, aunque las comunidades añaden muchas más. Entre sus contenidos figuran, aparte de ética, valores constitucionales, igualdad, medio ambiente y educación vial.

La Ley Orgánica de Educación (LOE) recién aprobada incluye una nueva asignatura que deberán estudiar los alumnos en 4º o 5º de primaria y, con distinta denominación, pero parecidos contenidos, en dos cursos de secundaria. La educación para la ciudadanía y los derechos humanos, que así es su nombre completo, no se ha librado de la polémica en el debate de la ley. Y aún hoy algunos opinan que será una materia para "adoctrinar" al alumnado, mientras otros preferirían que sus contenidos impregnaran todo el programa escolar sin necesidad de articularse en una asignatura evaluable, como será.

El borrador que ayer presentó la ministra de Educación, Mercedes Cabrera, a diversas asociaciones, católicas, laicas, ONG, pro derechos humanos, patronales educativas, colectivos vinculados a sindicatos y otras organizaciones pedagógicas, incluye contenidos sobre democracia y participación ciudadana, medio ambiente, igualdad entre sexos, educación vial, solidaridad y multiculturalidad que se estudiarán por bloques en los distintos cursos.

Esta materia se tendrá que impartir en 5º o 6º de primaria (a los 10 u 11 años), en uno de los tres primeros cursos de primaria (entre los 12 y los 14 años) y también en 4º de ESO (a los 15 años), curso en el que se denominará educación ético-cívica (que sustituye a la actual materia de ética). Los responsables del ministerio explicaron ayer que, "lo normal" es que esta asignatura se imparta dos horas a la semana en los tres cursos en los que establezca, sin prejuicio de que las comunidades autónomas añadan o resten horas de estudio para la materia, como lo hacen con el resto de las asignaturas. De hecho, para matemáticas o lengua, los contenidos mínimos que impone el Gobierno apenas pasan de las dos horas semanales, pero estas materias se imparten en todos los cursos de la ESO y con un horario sustancialmente ampliado en las comunidades autónomas. Las horas mínimas de cada materia las establece el ministerio en el real decreto de enseñanzas mínimas.

Cabe pensar, sin embargo, que otras materias, que ya no se impartirán todos los cursos de la ESO como ocurría antes -música, la plástica y la tecnología, previsiblemente- cedan terreno para incorporar esta otra materia.

Se prevé que sean los profesores tutores los que enseñen esta asignatura en primaria y los de historia y filosofía en secundaria. Éstos últimos son los que tradicionalmente se han encargado de la asignatura de ética, que, con contenidos similares a los de educación para la ciudadanía, seguirá impartiéndose en el último curso de la educación secundaria obligatoria. Entre los contenidos de educación para la ciudadanía recogidos en el borrador para la secundaria se recoge la educación para la igualdad entre hombres y mujeres con una "valoración crítica de la división social y sexual del trabajo y de los prejuicios sexistas". También se hablará del "respeto a las opciones laicas o religiosas de los ciudadanos y de la "conquista de los derechos de las mujeres"; la convivencia entre culturas, el racismo, la violencia y el diálogo como solución a los conflictos así como el consumo racional son parte de los contenidos a estudiar.

Temas, todos ellos, en los que se insiste en 4º de ESO, cuando se estudie educación ético-cívica, un curso en el que se pretende que los alumnos adquieran conocimientos democráticos, valores constitucionales y de participación ciudadana. A esta edad, la igualdad entre sexos se aborda con más detalle a través del estudio de la nueva ley integral contra la violencia de género y de las causas y factores que conducen a la discriminación de las mujeres.

Lo que se ha perdido respecto a un borrador inicial que planteó el anterior gabinete de Educación, es el patriotismo constitucional, como principio básico de la asignatura. Tampoco aparecen ahora los contenidos sobre bioética o de modificación genética que se recogían entonces, ni tan detalladas menciones a las distintas religiones y sus características.

El Ministerio ha recordado en ocasiones que no es original que la educación en valores se concentre en una asignatura. Hay ejemplos, dicen, en países como Finlandia, Dinamarca, Suecia o Francia, que, además de una asignatura tienen estos contenidos en todo el programa escolar.

La nueva asignatura nace, sin embargo, sin el apoyo del principal grupo de la oposición, que considera que servirá para "adoctrinar" y que, en ocasiones la han comparado con la antigua materia franquista de formación del espíritu nacional.

 


TRIBUNA: FRANCISCO J. LAPORTA   La ironía de la educación ciudadana

 Francisco J. Laporta es catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.

 EL PAÍS  -  Opinión - 16-08-2006                                                                                                                                                       

Acabo de dar un curso a profesores de enseñanza primaria sobre esa nueva materia denominada educación para la ciudadanía. En el desbarajuste de gritos y concentraciones que han acompañado a la discusión de la nueva ley de educación, a nadie se le ha ocurrido decir a los responsables de su enseñanza en qué iba a consistir aquello. Las peleas políticas y las manifestaciones callejeras, como cualquiera pudo sospechar desde el principio, no versaban en realidad sobre cómo se educaba a los chicos, sino sobre cómo se repartía el dinero y el poder. Dejar estas concupiscencias a un lado nos permitirá por ello entrar en el fondo de la cuestión un poco más despejados.

Contra lo que se viene afirmando, la educación para la ciudadanía no es un invento circunstancial de un partido que tiene el oculto designio de indoctrinar a nuestros hijos, sino una materia que se ha impuesto en casi todos los países europeos. El proceso en Inglaterra ha sido un modelo: acuerdo entre partidos, comité de especialistas presidido por Bernard Crick y un informe soberbio que fue presentado al speaker de los Comunes en septiembre de 1998. Empieza así: "Advertimos unánimemente a la Secretaría de Estado de que la enseñanza de la ciudadanía y la democracia, construida en un sentido amplio que definiremos, es algo tan importante para las escuelas y la vida de la nación que tiene que haber una exigencia legislativa a los colegios para que aseguren que forma parte de la capacitación de todos los alumnos". Al mismo tiempo, la Unión Europea desarrolló el proyecto Educación para la ciudadanía democrática, que acabó por expresarse en el llamado Informe Euridice. En él se dice: "En los últimos años, el fomento de la cohesión social y de una mayor participación activa de los ciudadanos en la vida política y social se ha convertido en un tema clave en todos los países europeos. Se ve a la educación para la ciudadanía como un medio de hacer frente a los desafíos del siglo XXI". Sólo la ignorancia o la mala fe, por tanto, pueden sustentar las insidias que destila nuestra castiza derecha educativa. Pero lo más dañino de esa actitud es que crea una atmósfera polucionada en la que se hace difícil introducir críticas serias y preocupaciones genuinas.

El proceso que hemos seguido en España para incorporar la materia al currículo educativo ha sido justamente el contrario del inglés: desacuerdo vociferante entre partidos, arbitrismo e improvisación por parte de colegas aislados y ausencia casi absoluta de documentación. Para tratar de paliar un poco la falta de probidad de los unos y la falta de fundamento de los otros convendrá ponerse a hablar de la cuestión. Hay ya alguna gente trabajando entre nosotros. Quisiera unir mi voz a ellos para transmitir una perplejidad que me ha suscitado mi experiencia.

De acuerdo con algunos de los más autorizados especialistas, la educación para la ciudadanía sólo será útil si cumple estas dos condiciones: en primer lugar, no ha de transformarse en una asignatura más con meros contenidos informativos que los chicos tengan que aprender pasivamente para ser evaluados en ella, pues ello sólo incrementaría el currículo sin alterar necesariamente sus hábitos y actitudes. En segundo lugar, debe concentrarse adecuadamente en un cuerpo de conceptos y valores que, por así decirlo, sean el cimiento en el que se sustenta. La noción de ciudadanía es una constelación muy compleja de valores, derechos, virtudes, instituciones y procedimientos que descansan en unos pilares básicos. Estos principios son los que hay que vivir cotidianamente en el colegio para que el proceso educativo logre hacer mejores ciudadanos. Ello quiere decir que hemos de crear en los chicos hábitos y actitudes que hagan vivos, por así decirlo, esos valores que sirven de fundamento a la ciudadanía. Sólo después aparecerá como algo natural el buen ciudadano. Cómo se crean esos hábitos y cuáles sean esos valores subyacentes a la condición de ciudadano son incógnitas no menores sobre las que mucho me temo que no nos hemos parado a pensar. Hemos hecho lo de siempre: se las hemos endosado a maestros y profesores. Un lastre más que hemos soltado sobre ellos siguiendo la práctica al uso de eludir nuestras responsabilidades.

En efecto, a profesores y a centros de educación les estamos pidiendo ya con una insistencia que hace presagiar lo peor que se ocupen de nuestros hijos antes, extendiendo la etapa infantil has-ta los límites mismos de la lactancia, y que se ocupen de ellos siempre, también en los periodos vacacionales, en los que necesitamos que se mantengan abiertos los centros para depositar, aparcar o almacenar allí a los niños del barrio. Lo de que vengan a comer a casa es, por supuesto, inimaginable. Al paso que vamos, la familia esa de que tanto habla de oídas nuestro clero reaccionario va a convivir con sus hijos los festivos y veinte días de vacaciones. El resto será el mero dormir bajo el mismo techo. Durante la vigilia les atenderá el maestro, al que ahora, además, encargamos la tarea nueva de la educación ciudadana. ¿Cómo se las compondrá para ello? Pues difícilmente. Las condiciones en que desarrolla heroicamente su labor no invitan precisamente al optimismo. De ahí mi preocupación.

Al contrario que aquellos que se han figurado que los niños serán buenos ciudadanos si se saben la Constitución, las listas de derechos humanos y el procedimiento electoral, yo organicé mi curso sobre la base de eso que he llamado pilares previos. Estoy convencido de que tienen razón quienes dicen que los ciudadanos mejores son aquellos que han desarrollado el hábito de actuar de acuerdo con virtudes básicas. Consecuente con ello, convoqué a algunos colegas especialmente dotados para explicar en qué consisten, entre otras, las siguientes cosas: actuar en libertad, respetar las reglas, razonar y negociar, ser responsable, reconocer la autoridad, practicar la tolerancia y valorar el medio ambiente.

Entiendo que el buen ciudadano es aquel que sabe hacer uso de su libertad, se conduce de acuerdo con las reglas vigentes, ha excluido la solución violenta de los conflictos, es capaz de argumentar y pactar los desacuerdos, asume las consecuencias de sus acciones, valora y acepta la autoridad aunque esté siempre vigilante de sus decisiones, puede ponerse en el lugar de quien no tiene sus mismas convicciones y cuida el medio tanto como se preocupa por la relación con los demás. Esas cosas -repito- son condición necesaria para pensar siquiera en ser un buen ciudadano.

Cuál no sería mi sorpresa cuando los profesores de primaria me dijeron que muchas de esas cosas las ensayaban todos los días con los niños, pero que había una mala noticia: servía para muy poco. ¿Por qué? La respuesta puede intuirse: les enseñan a respetar las reglas la misma mañana que su padre o su madre se han saltado algunas de ellas debido a las prisas y van a llevarlos al centro hablando por el móvil mientras conducen. Tratan de inculcarles el respeto por la autoridad al mismo tiempo que los profesores son desautorizados con el más mínimo pretexto, sin ser infrecuente que los mismos padres los increpen y denigren públicamente. Les exigen perentoriamente que renuncien a la violencia mientras respiran una agresividad latente en medios de comunicación y experiencias cotidianas. Les hacen practicar la argumentación y la negociación de desacuerdos para que aparezca en los telediarios de máxima audiencia una tropa de diputados vocingleros descalificándose entre sí e impidiendo hablar a los demás mientras surge como una suerte de héroe la figura deplorable de Martínez Pujalte. Les enseñan algunas buenas maneras y reglas de mínimo decoro para que su espejo vivo sean los futbolistas, unos sujetos semianalfabetos que, dejando a un lado su probada habilidad con el balón, tienen el hábito de escupir compulsivamente y tocarse en público los genitales. Pretenden inculcarles tolerancia mientras en su casa misma se ultraja al extranjero o al inmigrante. Les transmiten la idea de respeto y dignidad de la persona mientras abundan los espacios de televisión en que la gente se degrada a sí misma y degrada a los demás. Les recuerdan la igualdad de género mientras su madre friega y su padre mira la televisión. Y les advierten de que cuiden el medio y usen las papeleras, para que a la salida venga siempre alguien a por ellos con un bocadillo cuyo envoltorio irá directamente al suelo.

Todo esto me contaban los profesores como parte de sus experiencias cotidianas. Y su desconsolada conclusión era que la nueva materia de educación ciudadana debería en efecto ser obligatoria y evaluable, pero sobre todo para las familias, los personajes públicos, los medios de comunicación, el Congreso de los Diputados y el plató de televisión. La ironía es que la escuela se puede contemplar así como un oasis educativo en un desierto de falta de educación, un posible refugio de ilustración en medio de una ventolera de incultura, una isla hipotética donde se podrían desarrollar buenas prácticas ciudadanas en un mar de apatía política, falta de respeto a la autoridad y crispación cotidiana. Y son precisamente los maestros y profesores los encargados de defender todos los días ese pequeño bastión de ilustración y civismo en el que depositamos cada vez más responsabilidades. A ver si un día de estos a alguno se le ocurre convocar una manifestación en favor de ellos. Verán en ella pocos sindicalistas, menos políticos y ningún obispo, pero será una verdadera manifestación por la mejora de la educación. Esa que encargamos a los demás y estropeamos después nosotros.


            
ANÁLISIS - Javier Pradera  Valores en conflicto

DOMINGO - 23-07-2006                                                                                                                                                       

LA PROPUESTA DE CONTENIDOS de la nueva asignatura Educación para la Ciudadanía, que sería impartida con carácter obligatorio en un curso de primaria y dos de secundaria, ha reactivado la ofensiva eclesiástica contra la política de enseñanza del Gobierno; el plazo de cortesía concedido a la nueva ministra, Mercedes Cabrera, apenas ha durado tres meses. No siempre es fácil separar los intereses económicos en juego y los valores inmateriales en conflicto de las batallas libradas por la Iglesia contra el Estado. Mientras las patronales católicas del sector -la FERE-CECA y la CECE- denuncian una maniobra socialista cuyo propósito sería controlar la transmisión de los valores y el Foro Español de la Familia (FEF) invita a los padres a ejercitar llegado el caso la objeción de conciencia contra las clases que impartiesen la disciplina, la Confederación Católica de Padres de Alumnos (Concapa) rechaza la invasión por el Gobierno del territorio de la moral.

Esta refriega es la otra cara de la pelea en torno al estatuto académico de la asignatura de religión. Durante su segundo mandato, Aznar alteró unilateralmente el difícil equilibrio alcanzado en 1978 entre el carácter aconfesional del Estado y sus relaciones de cooperación con la Iglesia católica (plasmado en el artículo 16 de la Constitución) y entre el derecho a la educación y la libertad de enseñanza (instrumentado por el artículo 27). La mayoría absoluta del PP resolvió que la asignatura de religión (de oferta obligatoria para los centros y demanda voluntaria para los alumnos por mandato constitucional) fuese equiparada, a todos los efectos evaluativos, con disciplinas como las matemáticas o la lengua; el libre nombramiento y cese por los obispados de los profesores de religión católica -pagados con fondos presupuestarios e indemnizados en caso de despido también por el Estado- rebajaban la supuesta asignatura formativa a la condición de mera catequesis adoctrinadora. El Gobierno de Zapatero se limitó a cumplir su promesa electoral de suspender la aplicación de una norma que había roto el anterior consenso.

La estrategia seguida por el PP a lo largo de la legislatura para restablecer la alianza entre el Trono y el Altar tiñe irremisiblemente ese conflicto de política partidista. El cardenal primado, Antonio Cañizares, y el presidente del PP, Mariano Rajoy, acudieron agarrados de la mano a un curso veraniego sobre la enseñanza religiosa escolar para confirmar la identidad programática de la Conferencia Episcopal y el principal partido de la oposición en materia educativa. Mientras el purpurado enmarcaba el conflicto dentro del ámbito de "una auténtica revolución cultural que pretende el silenciamiento de Dios", ambos comparecientes comunicaron a los periodistas su temor a que la nueva asignatura sea un instrumento para convertir el laicismo excluyente en la ideología oficial de la escuela pública española.

Todo hace suponer que el PP se dispone a unir sus fuerzas con los halcones de la Conferencia Episcopal bajo la bandera común del rechazo a la nueva asignatura, como sucedió durante esta legislatura a propósito del matrimonio homosexual y la ley de educación. Las eventuales manifestaciones convocadas por esa Santa Alianza crisparían la vida pública según las calenturientas líneas de fuerza ideológicas y políticas ya conocidas; la manipulación de este nuevo conflicto dirigida exclusivamente a desgastar al Gobierno tendría efectos desastrosos para una discusión racional sobre la nueva asignatura. Es cierto que los necios paralelismos trazados por los chistosos de turno entre la Formación del Espíritu Nacional del franquismo y la proyectada Educación para la Ciudadanía de la democracia no hacen sino poner de relieve las convicciones íntimas de esos dicharacheros que meten en el mismo saco la dictadura y la libertad o los Principios del Movimiento Nacional y la Constitución de 1978. Abstracción hecha de los buenos propósitos de los inspiradores de la iniciativa, hay buenos argumentos, sin embargo, para recomendar prudencia en el diseño definitivo de esta propuesta educativa sobre cuya oportunidad el Consejo Escolar del Estado no logró en su día ponerse de acuerdo.

                                                                                                                                                    


PEDRO UGARTE   Asignaturas pendientes

 EL PAÍS - 22-07-2006

 

La derecha española ya no es lo que era. Antes era brutal, pero al menos tenía principios. Ahora se reduce a ser brutal. Y sin principios. Hace un par de semanas compartí mesa y mantel con unos votantes confesos del Partido Popular. Denunciaron que España estaba siendo vilmente liquidada en la trituradora de La Moncloa, pero además les invadía una cólera puntual: que el presidente del Gobierno, el infame Zapatero, no acudiera a la misa que iba a celebrar en Valencia el Papa Benedicto. ¿Hasta ese punto podía llegar el ominoso tirano? Pues, en efecto, hasta ese punto llegó.

Hice observar a los iracundos detractores que ellos jamás iban a misa, pero eso era sólo un detalle: al parecer, la nueva moral de la derecha exime de ir a misa, pero obliga a que los agnósticos lo hagan. Por desgracia, hoy día los asuntos del espíritu se solventan de ese modo: los de izquierda se divorcian, los de derecha obtienen la nulidad eclesiástica. Frente a la indisolubilidad del matrimonio, la izquierda asume el matrimonio disoluble. Pero para la derecha, más que "indisoluble", resulta meramente "soluble", soluble como un azucarillo en la taza de un café, vía papeleo episcopal. En esas condiciones, parece bastante hipócrita ponerse a dar lecciones, al presidente o a nadie.

Dudo, no obstante, que la asignatura Educación para la Ciudadanía, acuñada por el Gobierno socialista, nos ayude a clarificar el criterio de las nuevas generaciones. Me temo que la izquierda, como siempre, no puede resistir la tentación de inocular ideología, tentación mucho más estable que la ideología en cuestión, ya que ésta suele cambiar, de Robespierre para acá, dos o tres veces por generación. A modo de ejemplo, antes los comisarios políticos decían "dictadura del proletariado", llevaban pistola al cinto y consideraban la familia una institución burguesa. Ahora dicen "multiculturalidad", restringen el sistema comunista a los libros de texto y creen que a la familia puede aplicarse la definición barojiana de novela. Por eso, como no hay garantías de en qué consistirá la ciudadanía ni siquiera el próximo curso, mejor que la concreción de los criterios revierta a los padres y las madres de los niños: seguro que no los quieren menos que la ministra de turno. Con el trabajo que supone su crianza, uno reclama ciertas compensaciones, y la primera de ellas es dar la murga a los vástagos con opiniones, con principios filosóficos o religiosos, con eso que los horteras llamamos "cosmovisión". Ya que uno se molesta en traer hijos al mundo también tiene derecho a señalar qué desgracia de mundo es este, y no ceder esa labor a funcionarios (que a lo mejor tienen plaza en propiedad y ni siquiera piensan que el mundo es desgraciado). Parece mentira que el Gobierno socialista no entienda algo tan elemental. Además, puestos a lanzar soflamas, ¿por qué a los niños? Todo político cuenta ya con afiliados.

Es ley de vida que los hijos se rebelen contra los padres. Tal rebelión resulta necesaria para que accedan a una plena madurez. Pero, ¿cómo rebelarte contra tu padre si el que te ha amargado la secundaria, el verdadero baluarte del sistema, resulta ser un educador para la ciudadanía? Los padres dedican años a atormentar a sus hijos con el fin de que algún día éstos les lleven la contraria. Rebelarse contra los padres, a cierta edad, es una obligación moral. Pero si ese papel lo usurpa la burocracia educativa, los muchachos pueden confundirlo todo y, en vez de contra los padres, rebelarse contra el poder público, contra el sistema, contra la misma democracia. Me temo que la famosa Educación para la Ciudadanía dará tanto la carga a los chavales que parte de ellos pasará el sarampión antisistema militando en el anarquismo radical o en el fascismo puro y duro. Eso si no se hace islamista y se pone a modo de bufanda una ristra de explosivos.

Yo pensaba que en la derecha había mucho católico no practicante cuando lo que hay, en realidad, es mucho demócrata no practicante. La izquierda, en cambio, lo fía todo al adoctrinamiento, convencida, sin mejores elementos probatorios, de su superioridad moral. ¿Habrá alguna alternativa? Quién sabe. Menos mal que uno no es analista político y apenas se dedica a escribir.


Un pacto de convivencia basado en el respeto

 EL PAÍS  -  Sociedad - 14-07-2006                                                                                

La asignatura de Educación para la Ciudadanía implica un pacto para la convivencia basado en el respeto. Se articula sobre los siguientes enunciados:

- Sentimientos y emociones. Se trata de que el alumno acepte la propia identidad; respete las diferencias con los otros, desarrolle la autoestima y exprese los sentimientos y emociones ante situaciones reales del colegio o evocadas por los profesores. También incide en la importancia de saber relacionarse y mantener una actitud solidaria y tolerante, utilizando el diálogo para abordar conflictos. Rechaza todo tipo de violencia, incluida la verbal, y fomenta la autonomía de criterio. Se buscan "niños críticos".

- Sociedades plurales. El alumno tiene que identificar la pluralidad "reconociendo que enriquece la convivencia". Rechazo de la injusticia y discriminaciones existentes por razón de sexo, origen, creencias, diferencias sociales u orientación afectivo-sexual. Tienen que demostrar que saben respetar las costumbres distintas a las propias.

- Mujeres. Es uno de los capítulos sobre los que se enfatiza. El alumno tiene que asumir la igualdad de derechos entre sexos, reconocer situaciones de discriminación o violencia de machista y razonar cómo afrontarlas. Se cita expresamente "la feminización de la pobreza". Tampoco se toleran actitudes machistas.

- Democracia. Incluye desde conocer la Constitución y la monarquía parlamentaria hasta los altos organismos europeos, pasando por los ayuntamientos e instituciones autonómicas. La asignatura incide en que los futuros ciudadanos deben participar en las votaciones y exigir después responsabilidad a los políticos. Menciona que tienen que ser exigentes ante el funcionamiento de educación, sanidad o transportes.

- Derechos humanos. No se trata sólo de su conocimiento, sino de su defensa. "Son una conquista histórica inacabada" es una frase que se repite en diferentes cursos. Se estudian también las violaciones de los derechos humanos y los tribunales que las juzgan.

- Impuestos y consumo. Pagar impuestos para redistribuir la riqueza y proteger a los necesitados es un concepto tan elogiado como la necesidad de moderar el consumo de bienes asequibles para los menores: juguetes, libros, discos, informática.

- Globalización. Se enseña que existe relación directa entre el modo de vida del Primer Mundo y las consecuencias en el Tercero. También, quiénes son los responsables de las guerras y sus consecuencias humanitarias. Igualmente se pretende que aprendan a filtrar las noticias según la ideología del grupo mediático que las difunde.


TRIBUNA: ADELA CORTINA: Educar en una ciudadanía justa

 Adela Cortina es catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia y Directora de la Fundación ÉTNOR

 EL PAÍS  -  Opinión - 20-06-2006                                                                                                                                                       

Según el borrador de la LOE, la materia Educación para la Ciudadanía se va a poner en marcha bajo diversos rótulos a lo largo de distintos cursos de primaria y secundaria y, como era de esperar, con ello se ha avivado un debate hace tiempo abierto.

Entienden algunos sectores que la educación para la ciudadanía no debería articularse en asignaturas evaluables, sino recorrer las demás de forma transversal. Pero la experiencia ha enseñado que lo que es de todos no es de nadie, y las presuntas transversales, más que impregnar las demás asignaturas, se cuelan como el agua por la malla de la red escolar y desaparecen, en realidad, del mapa académico. Cuando un problema parece insoluble, la manera, no de resolverlo sino de disolverlo, es enviarlo a una comisión para que lo trate, o desterrarlo a una transversal.

Temen otros sectores, por su parte, que la nueva materia se convierta en un instrumento de indoctrinación. Y para evitar que así sea conviene, a mi juicio, hacer al menos tres cosas: asumir la diferencia entre indoctrinar y educar, formar en una ciudadanía justa y no transmitir nada sin dar razón, y buena razón.

Por lo que se me alcanza, intenta indoctrinar quien se propone transmitir unos contenidos morales con el objetivo de que el destinatario los asuma y ya no desee estar abierto a otros contenidos posibles; quien se esfuerza por evitar que su interlocutor siga pensando y se abra a otros horizontes. Es la forma de enseñar propia de una moral cerrada.

Educa, por el contrario, quien se afana por conseguir que el niño piense por sí mismo al hilo de su desarrollo, que se abra a contenidos nuevos y tenga criterio para elegir. Es la forma de enseñar propia de una moral abierta, consciente de que las personas han de hacer su vida junto con otras desde su autonomía. Pero entonces surge la pregunta: ¿es que no hay que educar en valores, no hay que ofrecer criterios porque eso es indoctrinar?

Resulta curioso comprobar cómo nadie se hace esa pregunta en relación con la lengua, las matemáticas, las ciencias naturales. ¿Cómo no vamos a transmitir a los jóvenes lo que hemos aprendido para que hagan con ello lo que bien les parezca en el futuro? ¿Cómo no van a dejar los padres a sus hijos lo mejor que creen tener, para que ellos después hagan su vida libremente?

Ha costado mucho aprender que la libertad es superior a la esclavitud, la igualdad a la desigualdad, la solidaridad a la exclusión, el respeto activo al desprecio, la responsabilidad por lo vulnerable al abandono. Ha costado mucho aprenderlo y, sobre todo, son éstos valores en los que resulta imposible indoctrinar, si se ofrecen bien, porque por su misma naturaleza educan para forjarse un universo abierto. Con criterios, con razones sentidas, con buen gusto. Éstos serían valores que pertenecen al universo de la justicia, que es el quicio de la ética ciudadana.

Suele distinguirse en filosofía práctica entre la justicia y la felicidad, entre los principios y valores que forman el bagaje del ciudadano justo y las apuestas personales de vida feliz, que por supuesto pueden comunicarse a aquellos a quienes se quiere y merecen confianza, pero pertenecen al mundo de la opción personal, que no privada. Estado y sociedad civil deben complementarse en la tarea de educar en lo justo y en lo bueno, cuidando con esmero de promover lo que se ha llamado una "ciudadanía compleja", que no prescinde de las diferencias de proyectos de vida feliz, sino que los integra siempre que merezcan un reconocimiento legítimo.

Sin duda es imposible introducir un bisturí y separar en cada uno de nosotros la persona del ciudadano, las exigencias de justicia y los ideales de vida buena. Pero también es verdad que una ética ciudadana debería pertrecharnos de aquellos valores y principios sin los que no podemos considerarnos justos. Habida cuenta de que a comienzos del siglo XXI algunos de esos valores y principios ya son públicamente reconocidos, y por eso deberían formar los contenidos de una educación en la ciudadanía, de una ética cívica.

Ahora bien, para alcanzar una meta semejante no basta con memorizar leyes, constituciones, estatutos, declaraciones, ni siquiera con ponerse el cinturón de seguridad y distribuir cívicamente en los contenedores el cristal, el papel, el resto. No basta con fumar sólo en las calles o asistir a cursillos de seguridad vial. Hay que saber priorizar, y eso se aprende yendo, no sólo al qué, sino sobre todo al porqué.

Según informes del Banco Mundial y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), aproximadamente un cuarto de los seres humanos subsiste bajo la línea de la pobreza internacional, una tercera parte de las muertes que se produce al año (unos 18 millones de personas) está relacionada con la pobreza, 790 millones de personas no están adecuadamente nutridas, más de 880 millones no tienen asistencia sanitaria básica, el acceso al agua potable ni siquiera ha sido reconocido como un derecho humano, las desigualdades de calidad de vida entre las distintas regiones de la tierra han aumentado, la necesidad de inmigrar deja en nuestras playas cadáveres con nombre y apellido, crece el desempleo y el trabajo se precariza. ¿No debería tener un ciudadano justo la sensibilidad suficiente como para percatarse de que hacer frente a estos problemas es una rotunda prioridad?

La idea de ciudadanía siempre ha presentado, entre otros, el problema de generarse desde la dialéctica de inclusión y exclusión. Se incluyen en la comunidad política los miembros de la propia nación, de la realidad nacional, de la nacionalidad, de la unión transnacional, o de la entidad política que sea, y queda fuera el resto. Pero si la justicia tiene un sentido, y pocos valores tienen más sentido que ella, el horizonte del ciudadano no puede ser sino cosmopolita. Y entonces lo importante y lo urgente, lo prioritario, es acabar con el hambre, la sed, la enfermedad superable, la muerte evitable y la miseria. De cualquier persona, aunque no sea conciudadana. En cuidar de las personas con esmero, en su valor interno, está el porqué del que surgirán el qué y el cómo: las leyes, las declaraciones y todo lo demás.

Ocurre, sin embargo, que estas cosas no se aprenden sólo en la escuela, que la educación formal de los medios escolares queda muy corta si no viene arropada por la informal de la vida familiar, de la vida política y los medios de comunicación. Y si en los medios de comunicación y en la política las prioridades son siempre otras, día a día, semana a semana, mes a mes, año a año, los más esforzados maestros del mundo serán impotentes para educar en una ciudadanía justa.

   


              Proyecto Filosofía en español

La formación filosófica sustituida por el adoctrinamiento ideológico

Ni «Ética» ni «Filosofía», el PSOE quiere «Educación para la ciudadanía»

Por Resolución de 28 de noviembre de 1996 el Consejo de Universidades de España suprimió el área universitaria de conocimiento «Filosofía del derecho, moral y política» y creó de dos nuevas áreas: «Filosofía del derecho» y «Filosofía moral». En 1984, al crearse en la universidad española las «áreas de conocimiento», el RD 1888/1984 precisaba que aquella área de «Filosofía del derecho, moral y política» cubría las siguientes asignaturas entonces existentes: «1. Derecho natural y filosofía del Derecho (Facultad de Derecho). 2. Ética (Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación y Facultad de Filosofía y Letras). 3. Ética y deontología profesional (Facultad de Ciencias de la información). 4. Ética y sociología (Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, Facultad de Filosofía y Letras y Facultad de Psicología). 5. Ética y sociología (etica) (Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación y Facultad de Filosofía y Letras). 6. Filosofía del derecho (Facultad de Derecho). 7. Introducción a las ciencias jurídicas (Facultad de Ciencias de la Información). 8. Teoría de la política (Facultad de Ciencias Políticas y Sociología).»

Algunos quisieron interpretar el divorcio de 1996 como el fracaso de un intento de reconducir hacia el progresismo socialdemócrata (de la mano de «éticos» y «éticas» alumbradas por Aranguren y Muguerza) a quienes decían herederos ideológicos del franquismo (supuestamente refugiados en las cátedras de filosofía moral y política, y de filosofía del derecho). Pero, diez años después, el Anteproyecto LOE, que elimina la «Ética» de la educación secundaria y reduce la «Filosofía» a una asignatura residual en el Bachillerato, confirma que nos encontramos más bien ante la resultante de disputas habidas entre ideólogos de enfrentadas sensibilidades socialdemócratas, propias del cuarto género de izquierdas. Disputas que han tenido reflejo normativo bajo gobiernos del PSOE, y que están cruzadas, por supuesto, por intereses «gremiales», disputas entre «facultades», competencia entre «universidades», «memorias históricas», &c.

El día 12 de mayo de 2005 está convocada en Madrid una concentración en defensa de la filosofía, que tendrá lugar ante la sede del MEC, en la calle de Alcalá, número 32. Y al día siguiente, cinco edificios más abajo, en Alcalá número 42 (precisamente en el aula «María Zambrano» del Círculo de Bellas Artes), se celebrará una jornada sobre «Educación para la ciudadanía en una sociedad democrática», organizada por la Fundación CIVES en colaboración con la Cátedra de Laicidad y Libertades Públicas Fernando de los Ríos de la Universidad Carlos III de Madrid (creada en 1989, inspirada por su rector, Gregorio Peces-Barba Martínez, catedrático de filosofía del derecho). Inaugurarán Alejandro Tiana Ferrer (Secretario General de Educación y Formación Profesional del Ministerio de Educación y Ciencia), Victorino Mayoral Cortés (Presidente de la Fundación CIVES y de la Liga Española de la Educación y la Cultura Popular) y Dionisio Llamazares Fernández (Director de la Cátedra de Laicidad y Libertades Públicas Fernando de los Ríos). Más claro, agua.

Además, como el Consejo de Europa ha decidido que 2005 sea el Año Europeo de la Ciudadanía a través de la Educación, para animar a los Estados miembros a la puesta en práctica de políticas de Educación para la Ciudadanía Democrática (ECD) y Educación para los Derechos Humanos (EDH), ¿no habrá llegado ya el momento –habrán pensado– de borrar definitivamente los residuos de aquella orden franquista de 14 de abril de 1939 –fechada precisamente el aniversario de la proclamación de la República– que aprobaba los cuestionarios de los tres cursos de filosofía impuestos en la Enseñanza Media por la dictadura, que posibilitaron que en España los profesores de filosofía se contaran por miles?

Recopilamos algunos textos que facilitan la comprensión del debate ideológico que se mantiene en España sobre la filosofía administrada con la que el Estado y sus funcionarios deben alimentar a la ciudadanía:

  1. Sobre la denominada «Educación para la Ciudadanía», Demetrio Pérez
  2. La educación en valores, una asignatura imprescindible, Peces-Barba
  3. Educación para la ciudadanía: Protágoras y Gorgias, Joaquín Robles
  4. FESOFI Federación de Sociedades de Filosofía, ante la LOE
  5. Educación para la Ciudadanía, CIVES y Universidad Carlos III
  6. El Departamento de Filosofía de la Universidad de Málaga, ante la LOE
  7. El PSOE, contra la Filosofía, E. Navarro
  8. ¿Educación para la Ciudadanía o FEN?, Enrique Ujaldón
  9. Comunicado de la Plataforma de Profesores y Estudiantes de Asturias
  10. «Educación para la ciudadanía en una sociedad democrática»

El Catoblepas, número 33 • noviembre 2004 • página 22

Sobre la denominada «Educación para la Ciudadanía»

Demetrio Pérez Fernández

Ante la propuesta del Ministerio de Educación y Ciencia para incluir en la educación obligatoria un área o materia denominada «Educación para la Ciudadanía» y su impartición en la ESO por parte, entre otros, de los profesores de Filosofía, los miembros del Departamento de Filosofía del IES Concejo de Tineo nos vemos en la obligación de intervenir en este punto del documento «Una educación de calidad entre todos y para todos». Y no podíamos hacerlo de otro modo que desde el terreno mismo del análisis filosófico, que es nuestro terreno. Así, entendemos que el discurso de fundamentación del apartado «Los valores y la formación ciudadana» en su punto 9 («Qué valores y cómo educar en ellos»), es un discurso, un logos, una melodía biensonante pero que adolece de dos graves defectos [...]


El País, 22 de noviembre de 2004

La educación en valores, una asignatura imprescindible

Gregorio Peces-Barba Martínez

Cada vez que se produce un acontecimiento criticable o rechazable, sobre todo si se reitera en el tiempo y se producen daños graves a la convivencia e incluso daños personales, incluidas muertes, surgen voces que reclaman en la educación, en todos los niveles, la presencia de acciones y de enseñanzas que propicien el conocimiento de valores y de principios que puedan servir de antídoto a esas situaciones. Cada semana, después de la estadística de accidentes en carretera, encontramos opiniones que reclaman para acabar con esa plaga una adecuada educación para la circulación. Lo mismo ocurre cuando un acontecimiento luctuoso se produce en una escuela o en un instituto, consecuencia del acoso o de la violencia que unos sufren y que otros infligen, cuando la llamada violencia de género se cobra una nueva víctima, o cuando un grupo de emigrantes es apaleado por unos salvajes ignorantes, que creen que la violencia soluciona problemas. Con estos hechos o con otros parecidos se propugna una respuesta, por supuesto policial y judicial, pero sobre todo educativa. En este campo se reclama una asignatura que forme en la importancia de la seguridad vial, que esté atenta sobre la violencia en general y sobre la violencia de género en particular, y que señale los antídotos, como el respeto, la igualdad y la tolerancia. En el proyecto de ley sobre la violencia de género, texto ambicioso y generoso, aparece esa asignatura de la educación cívica, aunque muy especialmente dedicada a combatir ese tipo de violencia. Todas estas reclamaciones son el signo de un problema serio, pero no suponen un diagnóstico adecuado, puesto que se limitan a aspectos concretos sin abordarlo en su plenitud, con todos sus perfiles y con todos sus matices. Los brotes de especial virulencia que producen esos fenómenos preocupantes de falta de civismo, de violencia y de muerte, son sólo la punta de un iceberg que abarca a todas las dimensiones que afectan a lo que llamarían una pedagogía de la libertad. El derecho es un medio de socialización o de seudoculturización fuerte, basado en el consenso y en la coercibilidad, a través de las sanciones y penas que puede imponer, pero su utilización exclusiva, sin otras medidas más en profundidad, es incapaz cuando falla el consenso y sólo queda el uso de la fuerza. El consenso sólo puede ser fruto del convencimiento, de la adhesión razonable a los valores principales del sistema, desde la idea de dignidad humana hasta las de libertad, igualdad y solidaridad y sus concreciones, como la tolerancia, el rechazo de la violencia y la defensa de la solución pacífica de los conflictos. En la formación recta de las conciencias, que es condición de la comprensión sobre el valor de la obediencia al derecho en las sociedades bien ordenadas, la educación es un instrumento indispensable. Sólo la convicción razonable y libremente entendida y aceptada que procede de una formación pensada, estable y sistemática. Necesitamos una asignatura sobre la educación en valores que no puede ser improvisada, ni coyuntural, ni oportunista, sino sistemática, completa y adecuada a la edad de los alumnos y que exige una estabilidad y una permanencia para que pueda producir frutos.

Con su implantación se deben despejar algunos prejuicios. Los más mayores tendremos que descartar cualquier comparación con el adoctrinamiento que suponía la llamada formación del espíritu nacional, un patético intento de intoxicación con los «ideales» del franquismo, del falangismo y del nacional-sindicalismo. También se debe rechazar cualquier paralelismo o cualquier comparación con la enseñanza de la religión. No es una asignatura para los que no hagan religión, sino general y para todos los estudiantes, como una pedagogía de la convivencia y de la libertad. El peligro del agustinismo político es que se mantenga la idea de que los creyentes no necesitan del derecho, que debería ser sólo para los pecadores, y la tentación de hacerlo como alternativa a la religión.

Superadas esas dificultades, el Estado debe tomarse en serio la asignatura y debe darle un status de materia principal, evaluable y explicada por profesores solventes y competentes, como un cuerpo estable y en plena dedicación reclutado entre licenciados universitarios, especialmente juristas, pero también politólogos, historiadores, filósofos o sociólogos, que dominen unos programas exigentes, externos y profundos, a partir de los cuales se programen las enseñanzas de ética pública y de derecho, necesarias para una sociedad democrática. Sin descartar que pueda existir en la enseñanza secundaria una enseñanza inicial adecuada a la edad y que sirva como introducción a la que de manera principal se debe impartir en el segundo curso de bachillerato.

Sólo si existe voluntad de implantar esos «rudimentos de ética y derecho», como se llamaba la asignatura a principios del siglo XX, esta operación producirá resultados y servirá para orientar adecuadamente a los alumnos sobre las reglas de la convivencia y sobre el funcionamiento de una sociedad democrática y de su derecho. Si el Gobierno se decide a realizar esa reforma, se habrá producido un cambio revolucionario en la enseñanza preuniversitaria y se producirán, sin duda, resultados positivos para la convivencia, con un modelo de ciudadanía que respetaría al otro como tal otro e igual en dignidad y en derechos. Ahora sólo reciben esa formación en la Universidad los estudiantes de Derecho, de Ciencias Políticas y en algún caso de Humanidades; con la reforma sería una enseñanza generalizada y universal, e impartida por profesores especialmente preparados. Sería hacer el trabajo a medias si se implantase la asignatura y se atribuyese su docencia a profesores ya existentes, como los de Filosofía e Historia. Éstos deberían tener acceso al nuevo profesorado, como los juristas y los politólogos, pero a todos se les debe exigir una formación especializada y propia para impartir la asignatura, que se podría llamar «Ética pública y Derecho». No se trata de hacer desde estas líneas el programa de dichas enseñanzas: para eso existen en la Universidad española centros especializados y deseosos de colaborar en la mejor preparación de esa asignatura.

Se puede, sin embargo, adelantar que una primera parte debe cubrir los principales aspectos de la ética pública desde su raíz moral última, que es la ideal dignidad humana. Su desarrollo son los valores superiores de libertad, de igualdad, de solidaridad o de seguridad. El paso de la ética pública al derecho, con la mediación del poder político, llevará al estudio de las relaciones entre ética, poder y derecho en el mundo moderno. Los principios jurídicos, los derechos fundamentales y los procedimientos, las reglas de juego que marcan los comportamientos posibles, completan el programa, que puede cerrarse con un análisis de los conceptos jurídicos fundamentales.

Esta propuesta de programa u otra que permita la visibilidad del complejo instrumento que es el derecho en las sociedades democráticas, tan asociado con la ética y con el poder, pueden ser el punto de partida de un cambio revolucionario en la enseñanza en España.

De esas enseñanzas los estudiantes de bachillerato comprenderán lo importante que es el respeto, además de a los demás, al medio ambiente, a la fauna y a la flora. Comprenderán que todas las ideas son libres y que nadie debe interferirlas ni violentarlas. La Constitución permite que incluso las ideas que vayan contra los ideales más profundos de nuestra convivencia puedan ser defendidas si no producen un claro y presente peligro de propugnar la violencia para su consecución. Sabrán los estudiantes que deben desterrar cualquier tentación de violencia, que se debe obedecer a las leyes y respetar a las autoridades legítimamente derivadas del sufragio universal, sin perjuicio del derecho de todos a criticar o protestar y a recurrir ante los tribunales los actos políticos y administrativos que lo merezcan. Deben saber, sobre todo, que la libertad, como decía Montesquieu, consiste en hacer lo que las leyes permiten, porque si se pudiera hacer lo que prohíben todos tendrían ese poder y ya no habría libertad.

Defender el derecho en la sociedad democrática como el mejor cauce, junto con la educación, para una convivencia ordenada, no debe suponer crear ciudadanos sumisos. Se debe impulsar la libertad crítica, la independencia y la autonomía de todos para rechazar a gobernantes corruptos, autoritarios o falaces, y para desterrar la manipulación y la mentira de la vida pública. Es una asignatura, en fin, capaz de formar a ciudadanos libres e iguales en derechos. Sólo con ser capaz de poner en marcha esta iniciativa el Gobierno habría justificado la legislatura. Tanto mejor si, además, hace más cosas y cubre otros objetivos.


El Catoblepas, número 36 • febrero 2005 • página 10

Educación para la ciudadanía: Protágoras y Gorgias

Joaquín Robles López

El gobierno de Zapatero ha debido encontrar una nueva excusa para descargar en la enseñanza secundaria la responsabilidad de «formar» a los futuros ciudadanos en eso mismo que deberán ser, (es decir: en ciudadanos), mediante una educación en «valores» para la convivencia pacífica, en valores democráticos, &c. Otra vez el eticismo pseudopedagógico que, hasta ahora, se vertía «transversalmente» en el currículum, amenaza con ocupar unas horas de docencia que bien podrían dedicarse a cualquier otra cosa. Porque, según nuestro criterio y al margen del carácter intencional y propagandístico de asignatura semejante, tal educación no puede reglarse, institucionalizarse, ni canalizarse en un temario. Y no porque nos situemos, al negar tal posibilidad, en la perspectiva de un escéptico o de un nihilista «hastiado» del mundanal espanto, ni tampoco porque nos haya inundado la desesperanza. Las razones son internas a la estructura misma que quepa asignarle a esta «educación del ciudadano» y están básicamente contenidas en el combate entre Sócrates y Protágoras que, de forma admirable, explicó Gustavo Bueno en el prólogo al diálogo, disponible en el Proyecto Filosofía en español (www.filosofia.org/cla/pla/1980gbpr.htm). No está de más reparar, una vez más, en ellas para justificar este artículo. [...]


Febrero de 2005

Postura ante la LOE

FESOFI Federación de Sociedades de Filosofía

Sr. Director General de Educación General, Formación Profesional e Innovación Educativa, don José Luis Pérez Iriarte,

La Federación de Asociaciones de Filosofía (FESOFI), ante las propuestas para el Debate, expresadas en el Documento Una Educación de calidad para todos y entre todos, que afectan al papel de la filosofía en la educación manifiesta lo siguiente:

1. Acerca de la nueva propuesta de Educación en Valores (págs. 95-99 del Documento) que plantea la necesidad de «profundizar en los principios de la ética personal y social», FESOFI valora positivamente que por fin la administración educativa haya dado cuenta de la importancia que una materia tal tiene para la educación de nuestros ciudadanos, toda vez que, hasta ahora, sólo la materia de Ética en 4º de la ESO, abordaba explícitamente esos contenidos; y sólo de forma muy precaria, en el mejor de los casos, se hacía desde la transversalidad propuesta en la LOGSE. En este sentido la Federación de Sociedades de Filosofía (FESOFI) se congratula que por fin de que la Ética se vea ampliada a los cursos anteriores y posteriores a 4º de la ESO.

2. Lo que no comparte FESOFI es que de nuevo, como se había hecho con la LOGSE se arrebate al Departamento de Filosofía y se asigne de forma compartida con el Departamento de Geografía e Historia la docencia de la asignatura de Ética. La experiencia demuestra que ello va en detrimento de la calidad de la enseñanza. FESOFI quiere resaltar la labor que los profesionales de la filosofía han estado ejerciendo en la Ética de 4º de la ESO, y, en consecuencia, en la formación ético-cívica de nuestros educandos, al ser ésta la única materia que ha programado y planificado currículos específicos de formación en valores de forma no doctrinal ni confesional. Los profesores de filosofía son los únicos profesionales que tienen en sus carreras respectivas formación específica en dichos contenidos. Por todo ello, consideramos conveniente que dicha materia siga estando asignada a los profesores de Filosofía.

3. Considera que esta materia debe recibir el nombre de Ética (o Ética Cívica), como corresponde a sus contenidos y finalidades pues como afirma el documento «incorporará los actuales contenidos de Ética» (pág. 99) y «los valores que favorecen la maduración de los alumnos como personas íntegras» (pág. 98). Denominar a esta materia Educación para la ciudadanía, cuando lo que se necesita es una formación Ética integral, que prepare al adolescente a responder a los problemas diversos y complejos que le plantea la sociedad actual, sólo desvirtúa y limita su sentido.

4. Es asimismo conveniente que la Ética de 4º de la ESO vea aumentada su carga lectiva, sobre todo si se pretende reforzar sus contenidos. En 4º existen dos horas semanales para la Educación Religiosa y su Alternativa, creemos que al menos una de tales horas podría ser asignada a Ética, ello no afectaría al resto de sus asignaturas y mejoraría su formación (no olvidemos que es la última oportunidad en la que muchos ciudadanos van a estar en contacto con tal materia).

5. Sobre la enseñanza no confesional de las religiones, según propuesta 10.1 del debate (la que estipula la enseñanza de los contenidos del hecho religioso en las materias de Historia y Filosofía), la FESOFI considera que existe actualmente en los currículos de Ética y Filosofía, de Lengua y Literatura o Geografía e Historia tratamiento suficiente de los mismos, desde la perspectiva correspondiente, lo que haría reiterativo un tratamiento añadido de los mismos.

6. La inclusión de un materia de 'cultura científica', tal y como se postula en el Documento del MEC, no parece conveniente ni necesario, pues por un lado no podría reemplazar la importancia de las áreas científicas que en el bachillerato deben tener un nivel adecuado y, en ningún caso, debe bajarse el nivel, y por otro, como historia y metodología de la ciencia quedan perfectamente recogidos en las disciplinas de Filosofía de 1º y 2º de Bachillerato, y de forma más específica y opcional como Ciencia, tecnología y Sociedad (CTS). En este sentido consideramos que en dichos contenidos (tanto en primero como en segundo de bachillerato) se aborda con suficiente exhaustividad los problemas ligados a la reflexión y a la teoría de la ciencia.

7. Resaltar, por último, que FESOFI, en ningún caso aceptaría la inclusión de los contenidos anteriores en detrimento de los actuales currículos de Filosofía en 1º y 2º de bachillerato, contenidos que nos parecen, a todas luces, imprescindibles en la educación crítica y reflexiva, que todas las leyes, sin excepción, asumen en sus proemios acerca de los objetivos del Bachillerato. Recuérdese que la Historia de la Filosofía ha estado eliminada de los currículos de los Bachilleratos de Ciencias y ello no ha redundado en unos mejores resultados en los informes sobre calidad de la enseñanza. FESOFI cree que es necesaria la mejora de la formación científica de nuestros alumnos, pero no es en el Bachillerato donde cabe actuar en relación con esta cuestión, sino en la Secundaria.

8. Por todo lo cual y en aplicación de la legislación vigente FESOFI considera oportuno que se le tengan en cuenta sus argumentaciones para la elaboración de la futura Ley de Educación que el Gobierno del Estado pretenda elaborar.

Atentamente: FESOFI (Federación de Sociedades de Filosofía). Presidente: Antonio Jiménez García, de la Asociación de Hispanismo Filosófico (AHF). Vicepresidente: Luis María Cifuentes Pérez, de la Sociedad Española de Profesores de Filosofía (SEPFI). Tesorero: Enrique Ujaldón Benítez, de la Sociedad de Filosofía de la Región de Murcia (SFRM). Secretario: Emilio Jorge González Nanclares, de la Sociedad Asturiana de Filosofía (SAF). Vocal: Mateu Cabot Ramis, de la Associació Filosòfica de les Illes Balears (AFIB). Vocal: Rosa María Rodríguez Ladreda, de la Asociación Andaluza de Filosofía (AAFI)


Comunidad Escolar, 10 de marzo de 2005

Documento sobre Educación para la Ciudadanía de la Fundación CIVES y la Universidad Carlos III

Expertos de la Fundación CIVES y la Universidad Carlos III han elaborado una propuesta sobre Educación para la Ciudadanía, donde apuestan porque esta asignatura se imparta en Infantil, Primaria, ESO y Bachillerato.

La Fundación Educativa y Asistencial CIVES y la Cátedra de Laicidad y Libertades Públicas Fernando de los Ríos del Instituto de Derechos Humanos Bartolomé de las Casas de la Universidad Carlos III han remitido al Ministerio de Educación y Ciencia una propuesta sobre la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía.

Durante la presentación del documento, Alejandro Tiana calificó la iniciativa de «muy pertinente», anticipó que su Departamento la «analizará y debatirá». Mientras que Victorino Mayoral expresó que «todas las sociedades transmiten valores, a través de la educación» y que el Estado «no está vacío de valores, ya que están en la Constitución». Para el presidente de la Fundación CIVES, la finalidad es «formar conciencias libres», introduciendo en el sistema educativo la educación cívica. Esta propuesta plantea educar a los alumnos en el «mínimo común ético de todos los ciudadanos, no sólo desde el punto de vista teórico, sino práctico, en una sociedad cada vez más plural moral, religiosa y culturalmente, que constituye un reto para la sociedad».

Patriotismo constitucional. Por su parte, Dionisio Llamazares, titular de la Cátedra de Laicidad y Libertades Públicas de la Universidad Carlos III, puntualizó que esta propuesta pretende «condensar lo que se entiende por patrimonio común de valores, compartido y asumido por todos, desde las primeras etapas de la formación». Este catedrático precisó que el concepto de «patriotismo constitucional», en que se basa el proyecto, no se deriva del concepto decimonónico del patriotismo, sino de una expresión del filósofo alemán Jürgen Habermas, que especifica que la patria no es una demarcación geográfica, ni el origen familiar, sino el acuerdo de «unos valores cívicos y las normas de comportamiento y convivencia para vivir en paz y respeto a los valores diferentes, siempre que no entren en contradicción con los comunes».

Materia obligatoria. En un intento de dar respuesta a los temas más conflictivos de la sociedad, como la violencia y, especialmente, la de género, la relación de los estudiantes con los medios de comunicación social, el ocio, el medioambiente o la educación vial, esta asignatura se impartiría en Infantil, Primaria, ESO y Bachillerato de forma obligatoria. Llamazares subrayó que «tenemos la convicción profunda de la necesidad de una materia, ya que no basta con lo que determinaba la LOGSE como transversalidad, que favorecía la creación de hábitos, pero se trata de un programa que recoja los conocimientos y la reflexión profunda sobre los conceptos».

No obstante, Alejandro Tiana aludió a la resolución del Consejo Escolar del Estado que respaldaba mantener la transversalidad para la Educación para la Ciudadanía, en lugar de crear una asignatura específica, pero señaló que en el seno de este órgano se habían producido opiniones discrepantes en este tema.

De igual modo, Victorino Mayoral declaró «no estimamos que la opinión del Consejo Escolar del Estado sea contraria a la existencia de una Educación para la Ciudadanía, sino del planteamiento de diversos enfoques. Además, se mostró partidario de «la concreción de esa transversalidad, a través de la creación de la asignatura».

Formación específica. En cuanto a la formación del profesorado que impartiría esta materia, el secretario general de Educación reveló que aún no está decidido, pero citó el precedente de la asignatura de Etica de 4º de Secundaria que corresponde a profesores de Filosofía. Victorino Mayoral aseguró que el sistema educativo tiene recursos humanos para abordar esta materia y rechazó las críticas de que se tratara de «un intento de adoctrinamiento», subrayando que supone todo lo contrario, que se concreta en «generar en los alumnos la capacidad crítica para evitarlo».

Alejandro Tiana explicó que esta asignatura estaría equiparada a cualquier otra del currículum, con un horario que establecerían las comunidades autónomas, sobre el mínimo que determina el MEC, así como el contenido básico, impartido en los centros públicos, por un profesorado que ha superado unas oposiciones de competencia, sin valoraciones ideológicas, mientras que en los privados, el profesorado es responsabilidad del titular del centro.


19 de abril de 2005

Sobre la situación de las materias filosóficas en el Anteproyecto de la LOE

Departamento de Filosofía de la Universidad de Málaga

Excma. Sra. Ministra de Educación y Ciencia: Analizado el anteproyecto de la Ley Orgánica de Educación publicado el pasado 30 de marzo de 2005, el Consejo del Departamento de Filosofía de la Universidad de Málaga, responsable de la Titulación de Filosofía y del Programa de Doctorado Filosofía del Siglo XX, en su reunión del 18 de abril ha acordado transmitirle nuestra preocupación y pedirle una reconsideración de algunas de las propuestas en base a las razones que a continuación, deseamos exponer a V. E.,

Hemos leído y analizado atentamente el texto del anteproyecto de la LOE y el documento Informe del debate. De la presentación de las diferentes posturas que concurrieron al debate entendemos que no puede inferirse la propuesta del anteproyecto con respecto a las materias de contenido filosófico. Ciertamente, su efecto era consultivo. Pero, entre los principios y fines de la educación que describe el Título Preliminar del anteproyecto y su traslación tanto en la Educación Secundaria Obligatoria como en el Bachillerato (Título Primero) se produce en el terreno de la formación filosófica un desajuste alarmante. Veámoslo por partes.

1. En el caso del Bachillerato la perspectiva se presenta muy preocupante. Si atendemos a los principios generales y a los objetivos del Bachillerato (arts. 32 y 33), resulta inexplicable tanto la reducción de la Filosofía sólo a la modalidad b (Ciencias y Tecnología), como su eliminación en las modalidades a (Artes) y c (Humanidades y Ciencias Sociales). No sólo, en este último caso, por la contradicción de suprimir una materia que forma parte constitutiva del tronco curricular de una modalidad del Bachillerato, sino, además, por la paradójica reducción de la Filosofía cuando se aspira a formar ciudadanos que eduquen su libertad, que interpreten con sentido crítico y capacidad reflexiva el mundo en que vivimos. Sencillamente, no podemos entender que un buen número de estudiantes puedan realizar el Bachillerato sin cursar la asignatura de Filosofía.

2. En el caso de la Educación Secundaria Obligatoria, la defensa de una formación cívica para los estudiantes, que compartimos sin duda por nuestra propia tradición académica y por nuestro compromiso como ciudadanos, se concreta en la introducción, en al menos dos cursos, de la materia Educación para la ciudadanía. En el curriculum de todas las titulaciones de Filosofía de España, y de todo el mundo, se imparten tanto las materias troncales de Ética y Filosofía política como una serie creciente de materias de Filosofía práctica que ponen en claro cómo el interés por la renovación curricular cuenta, y desde luego en nuestro país, con antecedentes bien consolidados.

3. Aun así, el riesgo de que la Educación para la ciudadanía quede devaluada se sitúa en la asignación final de horas: pues de no contar con una carga lectiva de tres o cuatro horas semanales, se convertiría (desde su propia implantación) en una asignatura de relleno, con laque el profesorado en general completaría su horario, dado que para dos horas a la semana difícilmente se podría justificar en los centros de Enseñanzas Medias la contratación de profesorado especializado.

4. "Adquirir una conciencia cívica responsable", "fomentar la igualdad efectiva entre hombres y mujeres", "conocer y valorar críticamente las realidades del mundo contemporáneo", "conocer y valorar de forma crítica la contribución de la ciencia y la tecnología para el cambio de las condiciones de vida", "afianzar el espíritu emprendedor con actitudes de creatividad, flexibilidad, iniciativa, trabajo en equipo, confianza en uno mismo y sentido crítico", todos éstos objetivos del Bachillerato, son líneas maestras por excelencia del curriculum filosófico.

5. Queda todavía mucho por hacer, pues constituyen una conquista no definitiva, sino que debemos revalidar y transmitir como legado de generación en generación para protegerla y para mejorarla: un legado frágil pero irrenunciable que día tras día tenemos que defender. Todo ello implica una formación en la que la Filosofía desempeña un papel crucial, por cuanto ofrece una reflexión crítica sobre la racionalidad teórica y práctica y, en definitiva, sobre el ser humano en sus dimensiones epistemológica, cultural, ética, estética y social.

6. Este aspecto pasa inadvertido en la lógica de la propuesta del anteproyecto, a pesar de que debería ser, justamente, un argumento en defensa del cultivo de la Filosofía como una de las artes liberales, es decir, como una de las artes o disciplinas que educan la libertad de los individuos. No puede darse por sentado lo que requiere de una práctica continua y de un conocimiento nada trivial que consiga romper los muchos prejuicios, convenciones y limitaciones de todo tipo que se oponen a que los individuos eduquen sus libertades, incluso en una sociedad como la nuestra.

7. Semejante golpe a nuestra cultura filosófica y a su papel en la formación de todos los estudiantes, que representa los valores del pensamiento crítico, el conocimiento público y el uso público de la razón, la tolerancia, la responsabilidad cívica y la lucha por la igualdad, no puede comprenderse en ninguna sociedad civilizada. Resulta imposible creer y admitir que una reforma educativa se proponga tan altos fines paradójicamente atacando no sólo a los profesionales de la Filosofía y, por extensión, de las Humanidades, sino haciendo una propuesta en la que las buenas intenciones tienen una traducción curricular tan inconsistente y parcial.

Entendemos, como profesionales y estudiantes de la Filosofía, pero sin duda alguna también como ciudadanos, que debe quedar una oportunidad para que el Ministerio de Educación y Ciencia reconsidere su postura.

Por las razones expuestas, pedimos a V. E. que acoja nuestra solicitud y reconsidere los aspectos del anteproyecto de la LOE arriba citados. Pedimos que la Filosofía vuelva a ser materia obligatoria común en todos los Bachilleratos, como lo ha sido siempre. A la espera de su respuesta, con nuestro agradecimiento por su atención y en la confianza de que emprenderá una reforma de alcance cívico y genuinamente formativa, en el mejor de los sentidos filosóficos. En Málaga, 19 de abril de 2005.


El Mundo-El Día, Baleares, martes 3 de mayo de 2005

El PSOE, contra la Filosofía

¿Por qué los socialistas en el Gobierno persiguen con saña la Filosofía? He leído con atención el anteproyecto de la Ley Orgánica de la Educación elaborado por el PSOE y me ha causado estupor el comprobar que estos supuestos socialistas pretenden dar una estocada definitiva a la Filosofía. Aunque, dicho sea de paso, van a por todos los saberes humanísticos y todo lo que suene a cultura. La Filosofía ya quedó marginada con la «simpática» LOGSE y ahora estos «progresistas» de salón pretenden que desaparezca en varias modalidades del Bachillerato. ¡A tal despropósito hemos llegado! Eso sí, con buen talante dejan a la benevolencia de las comunidades autónomas su permanencia en alguna modalidad más: como siempre, delegan su incompetencia responsabilizando a los demás.

No les basta con guillotinar el Bachillerato sino que además pretenden fulminar de un plumazo la asignatura de Ética de 4º de ESO. ¡Luego nos quejamos todos de que los alumnos no tienen valores! Para intentar ocupar el hueco y escurrir el bulto ofrecen la asignatura pintoresca y cómica de Educación Para la Ciudadanía (EPC), que es una versión «progre» de la vetusta Formación del Espíritu Nacional (FEN), pero con temas banales. Sus contenidos académicos ya se daban en la asignatura de Etica.

La irracionalidad de tales planteamientos, esta fobia manifiesta hacia la Filosofía, sólo puede explicarse desde la psiquiatría. ¿No será que estos señores, que se llaman socialistas, arrastran desde su juventud un trauma inconfesable? ¿Tal vez sufrieron en sus carnes el fracaso escolar por no haber podido asimilar a Marx? Yo les recomendaría un buen psicoanalista, porque su desprecio hacia la Filosofía llega a ser incluso patológico.

E. Navarro


La Verdad, Murcia, viernes 6 de mayo de 2005

¿Educación para la Ciudadanía o Formación del Espíritu Nacional?

Enrique Ujaldón

El Gobierno ha presentado recientemente el anteproyecto de reforma del sistema educativo que debe sustituir tanto a la ley que elaboraron los anteriores gobiernos socialistas –la famosa LOGSE– como a la LOCE, promulgada por el Gobierno popular y que no tuvo tiempo de ser aplicada. Son muchas las sombras de la nueva ley, pero la primera reacción ante su lectura es el estupor, suscitado por las escasas diferencias con la ley que viene a derogar.

Si tan terrible era la anterior ley que justificó perder miles de horas de docencia por las huelgas de estudiantes y someter al sistema educativo a una situación de inseguridad permanente, ¿cómo es que se asumen tantos aspectos de aquella reforma y se proponen tan pocos cambios? Si tan necesario es un pacto por la educación, como ahora reclaman insistentemente las autoridades educativas, ¿por qué no intentaron alcanzarlo cuando estaban en la oposición, como el Gobierno les reclamaba?

Pero no es éste el objeto del presente artículo, sino justamente alguna de las diferencias que existen entre la ley del PP y la que propone ahora el PSOE, puesto que las diferencias, siendo menos de las que cabría esperar, siguen siendo importantes. Muchas están siendo señaladas, pero hay una que corre el riesgo de pasar inadvertida: la desaparición de la Ética y de la Filosofía del sistema educativo.

La Filosofía ha jugado un papel básico en la formación de nuestros estudiantes desde hace muchos años. Era obligatoria en el BUP y el COU y lo fue hasta que la entrada en vigor de la LOGSE la suprimió. El último gobierno del PP la reintrodujo con un gran consenso educativo y sin ninguna oposición por parte del PSOE, que ahora la vuelve a suprimir.

Quizás muchos padres no sientan necesidad de que sus hijos (que quieren estudiar ingeniería o medicina) estudien Filosofía y se alegren, por tanto, de la medida. Craso error, porque la asignatura quedará curiosamente como obligatoria para los alumnos de ciencias. Son los alumnos que estudien bachilleratos de Humanidades o de Ciencias Sociales (nuestros futuros historiadores, juristas y hombres de letras) los que no podrán estudiar Filosofía.

Si esta medida no merece un capítulo en la extensa Historia Universal de la Estupidez ya me dirán ustedes qué lo merece.

La función del bachillerato no es hacer especialistas (para ello el sistema educativo tiene otras vías) sino, entre otras cosas, conseguir que nuestros alumnos sean capaces de adaptarse a un mundo cambiante. La Filosofía pone a disposición del alumno las herramientas intelectuales que nuestra tradición de pensamiento ha ido forjando durante más de 2.500 años, capacitándoles para una comprensión más adecuada de un mundo cuyo destino está en nuestras manos.

En contra del dictamen, entre otros, del Consejo Escolar del Estado, el Gobierno socialista pretende eliminar no sólo las asignaturas de Filosofía sino también la de Ética. Serán sustituidas por Educación para la Ciudadanía. De ahí que sea de gran interés plantearse cuál es la diferencia entre aquellas asignaturas y ésta. Descubriremos que no se trata de algo que afecte sólo a los contenidos, sino más bien es una cuestión de talante.

La diferencia estriba en que las dos primeras se conciben como un ejercicio de reflexión sobre lo justo y lo bueno, lo correcto y lo incorrecto, el bien y el mal. En ellas se abordan, desde distintos puntos de vista, las diferentes concepciones formuladas sobre estos temas, su conflictiva historia y su lenta plasmación en las sucesivas declaraciones de Derechos. La Educación para la Ciudadanía parece dar por supuesto cuáles son los valores en los que todos hemos de coincidir. Si alguien se cree poseedor de la verdad y el bien, ¿por qué va perder el tiempo enseñando doctrinas falsas?

Las autoridades educativas socialistas se ofenden cuando se compara la Educación para la Ciudadanía con la Formación del Espíritu Nacional. Es verdad que la primera tiene una legitimidad democrática que la segunda no tenía. Y es verdad que con ella se pretende inculcar valores democráticos en nuestros jóvenes. Pero corre el serio riesgo de convertirse en una democracia al modo de Ibarretxe y de Hugo Chávez, pues no es cierto que la democracia lo legitime todo.

Como tantas veces han insistido algunos de esos filósofos que ahora quieren acallar, los derechos individuales, la libertad de conciencia, la libertad de opinión, y tantas otras, no deben estar al albur de las mayorías. Y cuando lo están, entonces esas democracias ocultan dictaduras. Así como entre los fines del Gobierno no está el defender a una determinada confesión religiosa, tampoco está decir qué debemos considerar correcto, justo y bueno.

Así pues, las autoridades educativas socialistas tienen ante sí una importante y difícil tarea de pedagogía política. Deben explicar bien cuáles son las nuevas necesidades educativas y por qué unas disciplinas son más idóneas que otras para desempeñar las funciones correspondientes. En particular, deben explicar qué ha ocurrido desde el Real Decreto del Currículo de Bachillerato de Octubre de 1992 para que la «crítica de las ciencias y de las ideologías» haya pasado a un segundo plano como necesidad educativa o qué nuevas razones han aparecido para que dicha función no sea ya considerada «responsabilidad directa e inmediata de la educación en la Filosofía», como allí se afirmaba. Pues si todo esto no es suficientemente explicado la opinión pública podría pensar que importa poco o, peor aún, que se persigue precisamente lo que se pretendía evitar en 1992, a saber: la ideologización de las aulas.

Enrique Ujaldón es catedrático de Filosofía y presidente de la Sociedad de Filosofía de la Región de Murcia.


En Oviedo a 6 de mayo de 2005

Comunicado de la Plataforma de Profesores y Estudiantes de Filosofía de Asturias

Reunidos profesores de Filosofía de la Universidad de Oviedo, profesores de Filosofía de los institutos de Asturias, y estudiantes de Filosofía para analizar el anteproyecto de la L.O.E. (Ley Orgánica de Educación), se constituyen en Plataforma para la defensa de la Filosofía en Secundaria, Bachillerato y Universidad, Acordamos transmitir lo siguiente:

  1. Expresar el más enérgico rechazo a la propuesta del anteproyecto porque éste lleva a la desaparición de las asignaturas de Ética, Filosofía e Historia de la Filosofía en la educación Secundaria y el Bachillerato.
  2. Manifestar que las materias de Filosofía están socialmente consolidadas y contribuyen a formar la pluralidad del pensamiento, el contraste de ideas, etc., sin lo cual no hubiera sido posible la Democracia y el Proyecto Europeo en el que estamos inmersos.
  3. Destacar que, además, la supresión o disminución de tales saberes entran en abierta contradicción con los objetivos de todas las leyes educativas elaboradas en la Democracia.
  4. Igualmente desean llamar la atención sobre el hecho de que un alumno inmerso en el proceso educativo necesita una comprensión cabal del mundo, de la sociedad y del ser humano para llegar a ser ciudadano. Y esto sólo podría darse si en su formación la Filosofía tiene una presencia troncal y común para todos.
  5. Señalar que las medidas restrictivas del anteproyecto LOE también pondrían en peligro la existencia de la Filosofía en la Universidad, que es la encargada y responsable de proporcionar a la Sociedad los futuros especialistas y profesores de Filosofía.

Por todo ello, entendemos que las asignaturas de Ética, Filosofía, e Historia de la Filosofía deberían seguir siendo comunes para todo el alumnado con independencia de las opciones especializadas.

Y, en segundo término, manifestamos el deseo de que Ética, Filosofía, e Historia de la Filosofía mantengan, al menos, su actual situación, respectivamente en 4º de la ESO, 1º y 2º de Bachillerato.

Por último, estiman que las nuevas materias incorporadas por el anteproyecto de ley no deberían ni sustituir ni alterar las actuales materias filosóficas, por la sencilla razón de que son materias distintas.

Hacemos, así mismo, una llamada a la unión con el resto de los movimientos que se manifiestan en el mismo sentido.

En nombre de la Plataforma de Profesores y estudiantes de Filosofía, sus coordinadores: Silverio Sánchez Corredera, Enrique Suárez Ferreiro y Miguel Ángel Navarro Crego.

 


 Sociedad Española de Pedagogía  ANTE LA ASIGNATURA DE EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA

 La educación para la ciudadanía puede ser una de las propuestas más innovadoras de la LOE y está en consonancia con una de las áreas de conocimiento que se han desarrollado de forma considerable a partir de la década de los noventa. Sus objetivos son responder a una de las necesidades más acuciantes de la sociedad actual: la convivencia en democracia. Deseamos expresar nuestra satisfacción por la iniciativa de incluir la educación para la ciudadanía en el currículo académico. 

Al mismo tiempo queremos expresar nuestra preocupación por la formación de las personas que se van a implicar en esta materia. Consideramos  esencial que esta materia sea impartida por profesionales debidamente preparados. Por las informaciones que se han ido difundiendo, parece ser que esta materia se asignará a los Departamentos de Filosofía y de Geografía e Historia de los centros educativos. 

Consideramos oportuno hacer constar que muchas investigaciones y publicaciones sobre educación para la ciudadanía proceden del campo de las ciencias de la educación. Estas investigaciones han permitido desarrollar materiales curriculares que son un apoyo importante para realizar una efectiva educación para la ciudadanía. Por otra parte, estas investigaciones han puesto de relieve la escasa formación de los profesionales de la educación en estas materias, lo cual exige el apoyo de profesionales de la pedagogía y psicopedagogía. En el anexo bibliográfico, se aportan ejemplos de las investigaciones y materiales curriculares que estamos comentando, que han sido realizadas por parte de diversos grupos de investigación en España, todos ellos correspondientes a profesionales de las Ciencias de la Educación (pedagogía, psicopedagogía). Esto es así tanto por lo que respecta a la educación para la ciudadanía en general como por sus aspectos particulares: educación en valores, educación moral, educación intercultural, habilidades sociales, prevención y solución positiva de conflictos, educación emocional, etc.

 Todo esto se traslada a la docencia en los títulos de pedagogía y psicopedagogía. Pero además, en estudios de postgrado, como por ejemplo el Master de educación en valores y ciudadanía de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Barcelona, que tiene como objetivo formar en todo lo relacionado con la educación para la ciudadanía y la educación en valores; el Postgrado en Educación Emocional de la Universidad de Barcelona y de la Universitat de Lleida, que se proponen el desarrollo de competencias emocionales, en consonancia con uno de los temas nucleares de la educación para la ciudadanía; postgrados y masters en educación intercultural, resolución de conflictos, inteligencia emocional, etc.

 En conclusión, en los estudios de pedagogía y psicopedagogía es donde hay unos contenidos claramente relacionados con la educación para la ciudadanía. Hay argumentos y evidencias que avalan que estos profesionales disponen de las competencias apropiadas para impartir esta materia. 

Por esta razón queremos expresar la necesidad de que se reconsidere la decisión de asignar esta materia solo a los Departamentos de Filosofía y Geografía e Historia para que se incluya además a los Departamentos de Orientación y a los profesionales de las ciencias de la educación (pedagogos, psicopedagogos) entre los profesionales idóneos para impartir la asignatura de educación para la ciudadanía. 

Esperamos que el recto proceder de las autoridades competentes en educación tome en consideración esta propuesta  que consideramos sobradamente justificada.

 Madrid, 5 de julio de 2006

Fdo. Ramón Pérez Juste Presidente de la Sociedad Española de Pedagogía

 


 EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA Y EDUCACIÓN INTERCULTURAL  (una bibliografia)

Aneas Alvarez, A. (2005) Competencia intercultural: concepto, efectos e implicaciones en el ejercicio de la ciudadanía. En Revista Iberoamericana de Educación (OEI) Revista electrónica 210993. Vol. 25 marzo. Número: 35.

Bárcena, F. (1997). El oficio de la ciudadanía. Barcelona: Paidós.

Bárcena, F., Gil, F., y Jover, G. (1999). La escuela de la ciudadanía. Bilbao: Desclée de Brouwer.

Bartolomé, M. (Coord.). (2002). Identidad y ciudadanía. Madrid: Narcea.

Cabrera Rodríguez, F. (2002). Hacia una concepción de la ciudadanía en una sociedad multicultural. En M. Bartolomé (Coord.). (2002). Identidad y ciudadanía (pp. 79-104). Madrid: Narcea.

Campo Sorribas, J. del (2002). La gestión positiva del conflicto: un camino para la convivencia intercultural. En M. Bartolomé (Coord.). (2002). Identidad y ciudadanía (pp. 163-181). Madrid: Narcea.

Campo, J. Educació intercultural i ciutadania.(2003) En Temps d’Educació. Número: 27, 2n. semestre 2002/ 1er. semestre 2003. Pàgs: 9-12.

Espín, J. V. Les dones i la nova ciutadania: cap a una educació per a la igualtat des de la diferència. En Temps d’Educació. Volumen: 2nsem.2002/1r03. Número: 27. 175-191. Any 2003

Marín, M. A. (2002). La construcción de la identidad en la época de la mundialización y los nacionalismos. En M. Bartolomé (Coord.). (2002). Identidad y ciudadanía (pp. 27-50). Madrid: Narcea.

Naval, C., y Laspalas, J. (2000). La educación cívica hoy. Pamplona: Eunsa.

Puig, J.M.; Batlle, R.; Bopsch, C. Y Palos, J. (2006). Aprenentatge Servei. Educar per a la Ciutadania. Barcelona: Octaedro.

Rodríguez Lajo, M. (2002). Respuestas educativas al desarrollo de la identidad europea. En M. Bartolomé (Coord.). (2002). Identidad y ciudadanía (pp. 51-78). Madrid: Narcea.

Sabariego, M. (2002) La educación intercultural ante los retos del siglo XXI. Ed: Desclée de Brouwer.

Sabariego, M. La formació del professorat en educació intercultural. En Temps d’Educació. Número 27. 33-52. Any 2003

  

EDUCACIÓN EMOCIONAL

 

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Carpena, A. (2003): Educación socioemocional en la etapa de primaria. Barcelona. Octaedro.

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Gómez Bruguera, Mª J. (2002). Educació emocional i llenguatge en el marc de l'escola. Barcelona: Rosa Sensat.

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Pascual Ferris, V., y Cuadrado Bonilla, M. (2001). Educación emocional. Programa de actividades para educación secundaria obligatoria. Barcelona: Praxis

Redorta, J., Obiols, M., y Bisquerra, R. (2006). Emoción y conflicto. Aprenda a manejar las emociones. Barcelona: Paidós.

Renom, A. (2003). Educación emocional. Programa para la educación primaria. Barcelona: Praxis.

Salmurri, F. (2004). Libertad emocional. Estrategias para educar las emociones. Barcelona: Paidós.

Salmurri, F., y Blanxer, N. (2002). Programa para la educación emocional en la escuela. En R. Bisquerra, La práctica de la orientación y la tutoría (pp. 145-179). Barcelona: Praxis.

Sastre, G., i Moreno, M. (2002). Resolución de conflictos y aprendizaje emocional. Barcelona: Gedisa.

Segura, M., y Arcas, M. (2003). Educar las emociones  y los sentimientos. Introducción práctica al complejo mundo de los sentimientos. Madrid: Narcea.

Vallés Arándiga, M., A. (2000). La inteligencia emocional de los hijos. Cómo desarrollarla. Madrid: EOS.

 


  

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