La inauguració de Pintura solidària va ser un èxit d’assistència de públic i de gaudi estètic
Les artistes Cristina Cortés i Carmen Tamarit van portar a la Intersindical les seus obres. Van ser presentades pel professor d’Arquitectura de la Universitat Politècnica de València doctor Juan Serra Lluch
La mostra Pintura solidària tenia dos parts, Interculturalitat i Mira-les, que corresponen rspectivament a l’obra de Cristina i a la de Carmen. Totes les persones que han vist els quadres n’han lloat la bellesa. Les paraules del presentador ens ajudaran a entrendre-ho millor. La generositat del professor Serra ens permet reproduir el seu text:
El binomio Cristina Cortés-Carmen Tamarit surge de un encuentro afortunado, una suerte de pareja de baile acompasada a un mismo son, que se descubre ya cuando está danzando en la platea y se reconoce divertida. ¿Y por qué no?
Resulta que estas dos chicas, o mujeres, o ambas cosas a la vez porque eso son, descubren que comparten un mismo deseo por acercarnos aquello que está lejos. Y además lo quieren hacer aprovechando su juventud: Cristina es joven por motivos obvios, Carmen lo es por la frescura de la mirada que nos propone. “Mira-les”, dice ella, y nos invita a observar con dirección, con una visión atenta, intencionada, grupos de mujeres (como ella, como ellas), que son anónimas, ajenas a nuestra cultura, pero mujeres al fin y al cabo, que todo lo dicen y todo lo callan, con quienes Carmen comparte su misma identidad.
En la obra de Cristina, sin embargo, es el observador quien se siente observado, o mejor habría que decir: es el ‘mirador’ quien se siente mirado. El “mira-les” se convierte en “mira-te”, ante unos rostros que nos interpelan cuestionándonos quienes somos, con caras de personas desconocidas que se hacen cercanas. Tan distintas y tan iguales, tan lejanas y tan próximas: con distintas culturas, con distintos cultos, pero con un mismo deseo de ser personas en plenitud.
La mirada que nos proponen estas artistas no se detiene en lo “étnico”, esa palabra tan manida, empleada por vendedores de muebles de dudoso estilo, que quieren hacer de las identidades culturales un subproducto más de nuestro basto mercado capitalista. No es el caso, me consta el compromiso ético de ambas pintoras. Así lo confirma el hecho de que parte de lo recaudado en la exposición se destine a obras no gubernamentales.
¿Y a nivel de formas que podemos decir? Pues de nuevo una danza, un baile de líneas que se arremolinan y persiguen su propia autonomía en los dibujos de Carmen, o que construyen facciones y forjan sentimientos en el caso de Cristina. Para ambas una línea protagonista, con primera persona, como si ese descender hasta lo esencial de las culturas necesite lo más esencial del dibujo.
¿Y el color? Ah, el color, el bien amado color… el color es un fluir suave y delicado en Cristina y algo más extremo en Carmen: ausente en algunos casos, vigoroso y contundente en otros. No puedo dejar de acordarme de Guayasamín, el pintor Ecuatoriano que supo conciliar el lenguaje del cubismo con la tradición secular de una Latinoamérica turbulenta, quien representó los rostros y las manos de los indígenas, de hombres y mujeres también anónimos pero ya cercanos.
Ojalá, os lo deseo a las dos de todo corazón, pero me vas a permitir Carmen que lo haga con especial cariño hacia Cristina, podáis llegar a culminar con la mejor música, como hizo Guayasamín, esta danza que ahora aún continúa.
¡No dejéis de regalarnos vuestro arte!